El replanteamiento de la estrategia que será aplicado mediante la Guardia Nacional formalizaría capacidades de coordinación que son indispensables en el conjunto de acciones esenciales de la apremiante realidad de inseguridad que vive el país.
Para llegar a un momento de inflexión a partir del cual pueda iniciarse la recuperación y eventualmente el fortalecimiento de las capacidades del Estado frente a las violencias, el criterio de operación de los más de 50 mil elementos que tendría la Guardia Nacional incorpora necesariamente nociones de flexibilidad operativa y de concepción sobre sus objetivos.
Ese “momento cero” en que las inercias delincuenciales, los maquillajes, las omisiones, el abandono, la pérdida de liderazgo, la falta de control respecto del estado de fuerza estarían declinando requerirá a nivel nacional al menos dos años para verificarse. La experiencia internacional, en casos como Colombia o Brasil, lo señala.
El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, anunció este martes que los recursos destinados desde la Guardia Nacional al combate contra la delincuencia, probablemente superiores a 20 mil millones de pesos, se orientarán hacia delitos “de cualquier naturaleza”, esto es con independencia de su carácter local o federal, en coordinación con municipios y estados.
La línea justificadora se asocia con el volumen de esos delitos tanto como con su gravedad y por ello incluirán algunos cuya incidencia ha aumentado muy considerablemente como es el robo a casa habitación, robo de vehículo o asaltos a transeúntes.
La aprobación de la Guardia Nacional por parte de los 32 Congresos, la evidencia de que el Ejército y sin duda después de él la Marina, el reconocimiento de fuerzas de seguridad que en público y en privado han manifestado respaldo al concepto desde otras tradiciones continentales de seguridad y el hecho del apoyo social a favor del primer mandatario colocado en la Presidencia de la República por Morena, todo ello, brinda circunstancias excepcionales para el proceso siguiente de construcción de la Guardia Nacional.
En ese contexto inigualable en circunstancias similares -de inicio de sexenio, de incipiente cambio de régimen, de intento de arranque de un nuevo mecanismo operador de la estrategia de seguridad- adquiere sentido la afirmación de Durazo de que la acción contra los convencionales “objetivos prioritarios” no necesariamente genera mejores condiciones de seguridad.
Sí será un tema para la estrategia planteada, antes y durante el arranque de la Guardia Nacional, la existencia de familias, poblaciones, empresas delictivas que después del cierre parcial de la fuente de ingreso que significaba el huachicoleo, se orientaron desde hace más de un mes a extorsión, robo de vehículo, secuestro y asalto de transporte público particularmente en las zonas de entrada y salida de las grandes urbes del centro y oriente del país.
Apostemos a que los nuevos 87 cuarteles que tendrá a su disposición la Guardia Nacional sirvan para monitorear antes de que concluya el año el movimiento de ese proceso para su contención apropiada.
@guerrerochipres