Virgilio Caballero era un hombre comprometido con causas vinculadas a las fuerzas progresistas nacionales o internacionales.

Amable, cultivado y capaz de escuchar y de tomar turnos en la conversación, algo muy agradecible en todos aquellos quienes alcanzan el nivel de referencia de sus pares, criado desde los seis años en los sets de televisión, sitio en que fue requerido eventualmente como parte de un anuncio y frente a las cámaras de la antes omnipresente televisión abierta, donde habría de construir un prestigio periodístico y militante, Caballero era naturalmente solidario y sonriente.

Yo lo conocí cuando en los años 80, a punto de egresar de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, un grupo de compañeros fuimos invitados con él. Ocurría esa presentación casi al mismo tiempo de que un puñado de nosotros fue admitido en el taller de prácticas periodísticas que encabezaba Manuel Buendía, en un despacho de la calle Nápoles y después en Insurgentes, afuera de cuya oficina habría de ser asesinado el michoacano el 30 de mayo de 1984.
Virgilio mantuvo siempre una magnífica relación con Buendía, con Miguel Ángel Granados Chapa, otro periodista profesor y amigo de ese grupo de personas del periodismo en que frecuentemente van enlazados compromisos políticos e ideológicos claros y específicos manifestados a favor de causas populares con los cuales se identificaba desde hace décadas un segmento de la prensa de influencia nacional editada desde la capital del país.

Caballero es demostración de que la pertinencia periodística, el estilo profesional y el abrazo de causas sociales, de vigencia local o global, no están reñidos si hay rigor y compromiso.

Fue además legislador local y federal.

Respaldó los esfuerzos de construcción de un considerable número de organizaciones, entre ellas la Fraternidad de Reporteros de México, que tuvo especial vigencia a mediados de los 90 frente a crisis económicas y represivas que no desaparecen del escenario nacional y han cobrado seis víctimas en lo que va de esta administración.

Este domingo fue victimado el periodista sinaloense Omar Iván Camacho. Por la mañana de este lunes. el subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, reconocía que en los mecanismos de protección hacen falta prevención, resguardos adecuados y mayor interacción a favor de las medidas impulsadas por el Gobierno, incluso por parte de los propios periodistas.

Caballero fue parte de la historia de reivindicación de la labor periodística desde su dimensión ética tanto como desde una dimensión constructiva y defensiva de un entorno menos adverso para muchos comunicadores de los cuales fue padrino de ingreso a una importante diversidad de medios.

Caballero se comprometió con el proyecto político de Andrés Manuel López Obrador, y afirmativamente deploraba las desviaciones que advertía en el PRD desde mucho antes de las evidencias claras de que Morena ganaría el poder nacional.

Como al poeta de la antigüedad homónimo de su nombre, a Caballero le era cercana la valoración de expresiones artísticas y sensuales, todas respetables y todas colocadas en la expresión memorable y legítima de su humanidad comunicadora y política.

@guerrerochipres