La llegada al poder de la cuarta transformación ha abierto diversos debates en nuestro país, uno de ellos relacionado con el ejercicio periodístico. En la permanente búsqueda de enemigos que contrasten con su propuesta de gobierno, Andrés Manuel López Obrador ha tenido en este oficio aliados y contrapesos, con los que, hoy, mantiene una distante relación.
Las conferencias de prensa conocidas como “mañaneras” son el mejor ejemplo de ello. Única voz en la comunicación gubernamental, López Obrador ha impuesto un nuevo modelo que ha venido a modificar el estilo de informar y, de forma más profunda, la relación poder-medios. El eslabón más delgado de esta realidad son los periodistas y, para ser más precisos, los reporteros que siguen sus actividades.
Lo anterior quedó evidenciado con la serie de insultos que propinaran los llamados “youtubers” a los reporteros que cubren la fuente presidencial. Sin contar con ningún atributo para ser considerados como periodistas, pareciera que estos actores de las redes sociales han sido utilizados por el nuevo Gobierno para generar un contrapeso a la labor de los representantes de los medios de comunicación.
Los improperios que han sido utilizados por los supuestos aliados de López Obrador en las redes sociales exponen la necesidad de reivindicar el oficio periodístico, particularmente en momentos en los que existe una clara decisión de la Presidencia de la República de usar a los medios en su reiterada estrategia de confrontación entre distintos actores de la sociedad.
Las circunstancias actuales del país exigen de los periodistas una clara consciencia del momento que estamos viviendo. Serán aquéllos que ejerzan este oficio con seriedad, sin estridencias y con suficiente rigor los que podrán contribuir, con sus testimonios, a escribir la historia de esta transformación que vive el país.
Los periodistas tenemos la fortuna de ser testigos de los acontecimientos y, sin ser parte de ellos, vivirlos de cerca. Nuestra obligación reside en una descripción objetiva, clara y desapegada de cualquier preferencia política. Ha llegado el tiempo de ejercer este noble oficio con la seriedad que el actual contexto nos exige. Ésta será la mejor defensa de un gremio que necesita estar a la altura de las circunstancias ante los embates de quienes pretenden ocupar espacios que no les corresponden. Será la única respuesta ante los insultos alimentados desde el encono y la división.
Segundo tercio. Será el sereno, pero el falso debate del perdón exigido a España y a la Santa Sede borró la conversación en torno a la primera muestra pública de rechazo al nuevo Gobierno, que fue la rechifla al presidente López Obrador en la inauguración del Estadio de beisbol Alfredo Harp Helú. Se antoja perverso.
Tercer tercio. Con el titular de la SCT, Javier Jiménez Espriú, el mundo es al revés. Primero cancela la obra del nuevo aeropuerto en Texcoco, después anuncia su construcción en Santa Lucía. Finalmente, reconoce que estas decisiones se tomaron con información incompleta al anunciar que dos empresas francesas, Navblue y Aeropuertos de París, realizan en estos momentos el estudio aeronáutico y plan maestro, que supuestamente debían estar listos antes de iniciar todo este complejo proceso que tanto le va a costar al país.