No fue hasta que la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, anunciara que su país no firmaría el T-MEC (el nuevo Tratado de Comercio de Norteamérica) si antes México no aprobaba una reforma laboral que había comprometido, que los diputados nacionales se pusieron a trabajar en el tema.

Durante la negociación del T-MEC, la discusión que estuvo a punto de hacer naufragar el acuerdo fue precisamente el tema laboral.

Estados Unidos y Canadá aseguraron que los bajos salarios que se pagan en México constituyen una competencia desleal para los trabajadores de ambos países.

Fueron meses de negociaciones, pero al final el acuerdo se concretó, en parte porque México comprometió una reforma laboral que en principio garantizaría la libertad sindical.

¿Cuál es la ganancia para EU y Canadá con esta reforma a la legislación del trabajo mexicana?

En principio, que la libertad sindical permitirá que los trabajadores de los sectores más competitivos, como el automotriz, no se sujeten a un esquema preestablecido entre los líderes sindicales, la empresa y el Gobierno.

La reforma, sin embargo y hasta lo que se conoce –el dictamen apenas fue entregado esta noche a los diputados de la Comisión de Trabajo-, plantea cambios administrativos como la eliminación de las Juntas de Conciliación para ser sustituidas por tribunales de trabajo que dependerían directamente del Poder Judicial.

Se creará el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, con el cual se pretende acabar con las extorsiones de sindicatos por las disputas de un contrato colectivo de trabajo.

La Secretaría de Trabajo ha publicitado cinco cambios que se realizarán si se aprueba esta reforma laboral, pero hasta que no se tenga el dictamen y se lean las letras chiquitas conoceremos bien a bien por qué el interés de los Estados Unidos en nuestra ley, que alguna vez –hace muchos años- fue considerada “de avanzada’’.

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En víspera de que la CNTE arribe a la Cámara de Diputados, ayer, contrario a lo que ocurrió en días pasados, llegó un contingente de policías federales, con escudos y equipo táctico, al sótano del Palacio Legislativo.

Ahí dormirán a la espera de que llegue la rijosa CNTE, que ya prometió darle pelea –literalmente- a los diputados para que aprueben una reforma educativa de acuerdo a sus intereses.

Los de la CNTE, no de los diputados.

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Un día después de que el presidente López Obrador anunció la creación del Central Park azteca, la tienda de autoservicio Soriana incluyó en sus campañas de redondeo un cargo “Pro Bosque de Chapultepec’’.

Así sin decir agua va se aplica; si los clientes se dan cuenta, pueden decir que no, pero la mayoría lo ignora porque se trata, la mayoría de las veces, de centavos.

Pero, como decía el conductor de noticias de Coahuila, “avisen’’.

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El miércoles por la noche todavía algunos inocentes apostaban a que López Obrador no se atrevería a designar directamente a los cuatro consejeros de la Comisión Reguladora de Energía luego de que sus ternas fueron bateadas dos veces por la oposición en el Senado.

Ni siquiera terminaba la noche cuando el tabasqueño ya había enviado a sus preferidos.

Los nombramientos son legales, desde luego, pero, parafraseando al Presidente y luego de ver sus pobres comparecencias, son inmorales.