La última encuesta de marzo de Revista 32 aporta elementos que van más allá de la popularidad de los mandatarios estatales y del Presidente de la República. La explicación de altas y bajas se localiza en la seguridad pública que afecta al ciudadano sin importar posicionamientos mediáticos.
La aprobación del presidente López Obrador en esta encuesta bajó de 63.5% en diciembre pasado a 56.5% en marzo, por efecto del aumento de la inseguridad en la República.

En todas las encuestas sigue apareciendo la inseguridad como el problema número uno, a pesar de la búsqueda del efecto mediático con el debate sobre la Guardia Nacional y la nueva estrategia de seguridad pública.

En la encuesta de Revista 32, de marzo pasado, 73.2% de los entrevistados afirmó que no han mejorado las condiciones de seguridad en sus estados como reflejo del repunte de delitos del fuero común registrados ya en cifras oficiales federales.
Y hay cifras desglosadas: el peor estado por inseguridad es Morelos, donde 97% de los ciudadanos dice que no ha mejorado la seguridad. Y Nuevo León, Tlaxcala, Chihuahua, Puebla, Veracruz, Baja California y Quintana Roo andan con una percepción negativa en inseguridad arriba de 90% de los ciudadanos.

Lo que sigue todavía en zona de confusión es que la inseguridad se asume como un fenómeno nacional, pero los datos que se registran son los de fuero común, es decir, los de la localidad. El Gobierno federal se hace cargo de los delitos del fuero federal, que son muy pocos: cárteles, delitos contra la salud, tráfico nacional. Por tanto, los reclamos de inseguridad deberían endosarse a gobernadores y alcaldes, no tanto a las Policías federales.

De ahí la importancia de matizar el efecto real de la Guardia Nacional: su incidencia será menor en delitos del fuero común, que son los que lastiman al ciudadano. En todo caso, el Gobierno federal debería apretarle más a gobernadores y alcaldes para mejorar sus cuerpos de seguridad locales.

Zona Zero

Si algo le falta a la iniciativa de Guardia Nacional, sin duda que es acompañamiento de comunicación social: no hay mensajes oficiales, no hay apoyo en campañas y todo queda en la percepción social, que por cierto es bastante baja.

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