Lo que voy a platicarles es francamente preocupante, casi como si estuviéramos en la época de José López Portillo o, peor, como si estuviéramos en una época oscurantista donde no se puede cuestionar.
Me cuentan que desde Comunicación Social de Presidencia han comenzado a hablar a las redacciones de distintos medios para quejarse de los reporteros que le hacen preguntas a Andrés Manuel López Obrador, y hasta los amenazan con no dejarlos entrar a las mañaneras.
Así como lo lee, amenazas a los medios de comunicación desde el poder, como si no estuviéramos pasando un mal momento con todos los asesinatos de periodistas que han sucedido y siguen sucediendo en el país.
La queja o el pretexto con el que llaman es que los reporteros le “gritan” sus cuestionamientos al mandatario, y esto -dicen- es una falta de respeto. ¿De cuándo a acá es una falta de respeto insistir o cuestionar directamente al Presidente?
Lo más curioso es que las llamadas se hacen a los medios que, en el marco de la libertad de expresión, más increpan al Presidente de la República.
Los que trabajamos en los medios de comunicación sabemos que al calor de una entrevista, el funcionario puede soltar algún cabo, y el periodista lo debe agarrar y no soltar.
Tal parece que esto no se entiende en la Presidencia o, de plano, hay un desconocimiento total de las formas en las que se hace periodismo. Por ello han comenzado a amedrentar a los reporteros con no dejarlos entrar a las conferencias del mandatario.
¿Lo sabe Andrés Manuel?, ¿es una orden del Presidente? o ¿será una acción tomada por el titular de Comunicación Social de la Presidencia?
Y curioso también es que mientras a los profesionales de la comunicación los amenazan con no dejarlos entrar a las mañaneras, Jesús Ramírez Cuevas -su vocero- le abre las puertas de par en par a medios que hasta hace poco nadie conocía y a los aplaudidores y fans de AMLO, que hasta le ofrecen donar sangre o le gritan “estamos con usted, Presidente”.
Se les han entregado acreditaciones para asistir a las conferencias a personas que nunca en su vida han ejercido el periodismo, a matraqueros, paleros y fans de López Obrador. Es decir, mientras a la prensa se le censura, a los porristas se les premia con licencias para llenar espacios en el Salón Tesorería que bien podrían ocupar medios serios que le cuestionan asuntos de interés público.
En el baúl: cuánto ha cambiado el discurso del Presidente desde la visita del yerno y asesor de Donald Trump, Jared Kushner. Me cuentan que aquella cena fue básicamente para jalarle las orejas al Gobierno mexicano que no ha hecho nada en el tema migrante. López Obrador habría elegido que el regaño fuera en un lugar privado en lugar de Palacio Nacional, por los simbolismos a los que está acostumbrado.