La desesperada y frustrada lucha del Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, contra el flujo de cada vez mas solicitantes de asilo político lo llevó a advertir al Congreso que saturará las llamadas Ciudades Santuario con miles de migrantes capturados en la frontera, si no reforman las leyes migratorias para permitir la deportación inmediata de quienes buscan asilo.

Inmerso en dos semanas de ataques y amenazas hacia México por su evidente incapacidad para frenar el paso de indocumentados, con medidas como recortar la asistencia financiera para programas que los arraigaban en sus países de origen, Trump quiere castigar a ciudades gobernadas por demócratas con un impacto económico negativo; como producto de una fantasía que le impide ver las verdaderas consecuencias.

“Llevaremos a los ilegales -como los llamo, porque entran ilegalmente al país- a ciudades santuario, donde dicen recibirlos con los brazos abiertos”, advirtió el Presidente, quien despidió a Kirstjen Nielsen como secretaria de Seguridad Interna, así como a altos funcionarios de dicha agencia por oponerse a su plan, considerado ilegal y costoso por la inversión masiva innecesaria que requiere en transporte terrestre y aéreo.

El primer intento del Presidente para castigar a las Ciudades Santuario fue cortarles recursos federales, lo que bloquearon cuando menos siete cortes federales.

La Novena Corte Federal de Apelaciones declaró ilegal su orden de mantener a solicitantes de asilo político en México, lo que critico el Presidente Trump, acusando a los magistrados de “medidas absurdas”.

Trump acusa a los demócratas de buscar fronteras abiertas y de inclinarse al socialismo, promoviéndose como un salvador.

“El plan de usar a seres humanos, incluyendo niños indefensos, para obtener ganancias políticas es reprensible”, dijo una de las aspirantes presidenciales de los demócratas, Kamala Harris.

El senador demócrata, Richard Blumenthal, de Connecticut, acusó a la Casa Blanca de violar las leyes federales de inmigración, carecer de justificación legal y crear una nueva crisis.

“La idea de usar como arma a familias inocentes que luchan por sobrevivir es grotesco y corrupto”, señaló.

Esto ocurre mientras, en el Capitolio, legisladores y personal apilan whiskey, bebidas y preparan órdenes de pizza, en preparación de la maratónica lectura del reporte del fiscal especial Robert Mueller, con una nueva redacción, mientras los abogados del presidente Donald Trump reducen su “contra-reporte” de 140 paginas a 50, enfocándose más en minimizar cargos de obstrucción de la justicia, en tanto el Congreso inicia un largo receso.

El Comité Judicial de la Cámara Baja anunció que emitirá órdenes de presentación del reporte Mueller completo, con la evidencia, mientras Adam Schiff, presidente del Comité de Inteligencia, pidió la presentación de la información clasificada de contra-inteligencia contenida en el reporte.
Mientras el Congreso intensifica la presión para que el Servicio de Recolección de Impuestos, que depende del Departamento del Tesoro, entregue las declaraciones de impuestos del Presidente Donald Trump, lo que el Secretario Steven Mnuchin se niega rotundamente a hacer.

“Esta escalada de medidas es un recordatorio de que la política migratoria de Trump no busca la seguridad del país, sino atacar a adversarios políticos e infringir un cruel daño a indefensos seres humanos, dijo Bennie Thompson, presidente del Comité de Seguridad Interna de la Cámara Baja.

El Presidente anunció que enviará más tropas a la frontera, además de los 7 mil 500 que realizan tareas de apoyo logístico para la Patrulla Fronteriza, pero carecen de autoridad para detener a inmigrantes.

El plan es atribuido al anti-inmigrante asesor presidencial Stephen Miller, cuyo papel comenzará a investigar otro comité de la Cámara Baja del Congreso.

La acción -orientada a vengarse de rivales políticos para proyectarse como el gobernante más comprometido en políticas de linea dura, tratando de asegurar su reelección en 2020, contradice su promesa de frenar la migración, porque facilitaría a miles de indocumentados detenidos movilizarse de las ciudades santuario a otros estados, haciendo imposible su recaptura.

Además, marcaría una escalada en la obsesiva política racista del Presidente Trump contra quienes señala como “criminales, violadores y narcotraficantes que amenazan la seguridad de Estados Unidos”, lo que desmienten estudios académicos que revelan que los indocumentados son el sector de la población menos involucrado en crímenes.

“El plan viola leyes federales porque desviaría recursos económicos críticos para la operación en la frontera, con fines políticos”, dice John Sandweg, quien fue director en funciones de ICE en la administración de Barack Obama.

Trump cambió de facto la prioridad del combate contra el terrorismo de sus antecesores por la guerra contra la inmigración indocumentada desplazando tropas, desviando recursos y declarando una emergencia nacional inexistente, temeroso de perder el apoyo de sectores radicales anti-inmigrante que ante el incumplimiento de la construcción del muro y acciones que ofreció en su campaña, amenazan retirar su apoyo.

También, acusando a la congresista musulmana Ilhan Omar y a los demócratas de no querer a Estados Unidos, usando para ello un video de los ataques del 9/11, lo que es ampliamente criticado.

Trump y su equipo de campaña por la reelección están preocupados por la eventual difusión y revelaciones en el reporte del fiscal independiente Robert Mueller, luego que el Procurador ofreciera difundir una versión más completa, redactada de manera diferente, luego que su ofrecimiento de otro resumen fue rechazada.

De acuerdo con expertos, el contenido del informe “sería devastador para la imagen del mandatario”, cuyos sueños de reelección podrían verse también afectados con la difusión del resultado de mas de 18 investigaciones del Congreso en torno a todas sus acciones, familia, gabinete, negocios.

Tras la comparecencia del Procurador William Barr ante los comités de Apropiaciones del Congreso, fortaleciendo una teoría de conspiración de Trump, que asegura que las investigaciones del FBI a su campaña no iniciaron como ocurrió: luego que esa agencia detectó múltiples llamadas y contactos del Comité de Campaña con espías rusos, a los que monitoreaba, sino con base a la difusión de un dossier escrito por Michael Stelle, ex agente del Servicio de Inteligencia Británico, quien revela otro tipo de relación de Trump con Moscú.

Convertido en un torbellino de emociones, en las que mezcla frustración, coraje e impotencia por su poca habilidad de contener la inmigración, como prometió, construir el muro, mejorar la economía o abaratar la atención a la salud, Trump comienza a tomar medidas erráticas que son peligrosos síntomas de demencia, advierte la Organización “Duty to Warn”, integrada por más de 36 destacados psiquiatras, psicólogos y expertos en salud mental, que escribieron el libro “El peligroso Caso de Donald Trump”.

“Sugiere” a McAleenan cerrar frontera, pese a ilegalidad

Con absoluto desdén a las leyes que juró respetar y hacer respetar, el Presidente Donald Trump ha pedido a integrantes de su gabinete violar las leyes.
Fuentes confiables revelan que durante su viaje a Calexico, California, la semana pasada, Trump habría dicho a Kevin McAleenan, entonces comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza, que cerrara la frontera, a pesar de que el Presidente había ofrecido mantenerla abierta.
Cuando en respuesta escucho que eso seria ilegal, Trump habría dicho a McAleenan que él lo perdonaría si incurría en problemas legales a causa del cierre.

Días más tarde, Trump nombró a McAleenan secretario de Seguridad Interna en funciones, quien a través de su vocero aseguró que “en ningún momento el Presidente le indico, pidió, dirigió o presionó para hacer nada ilegal”.

Pero esa no es la primera vez, hay antecedentes como expreso públicamente Rex Tillerson, quien fue secretario de Estado.

“El Presidente Trump es un hombre muy indisciplinado, quien no lee y con frecuencia debe ser advertido sobre las leyes”, sostuvo Tillerson en una entrevista a Bob Schieffer, de la cadena ABC.

También ha pugnado por colocar a personas cercanas en puestos clave, neutralizando, por ejemplo, a capacitados aspirantes al cargo de presidente del Banco Mundial o Embajador de Estados Unidos en la ONU, para los que ha mencionado a su hija, Ivanka Trump.

O su intento de imponer como integrantes del Consejo de la Reserva Federal a Herman Cain y a Stephen Moore, ignorantes de la política monetaria, para contrarrestar decisiones del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell.

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