“Aún es hoy, sin duda un edificio sublime y majestuoso la iglesia de Nuestra Señora de París, más por magnifico que se conserve en su vetustez, nos indignan las infinitas degradaciones y mutilaciones, que simultáneamente el tiempo y los hombres han infringido al venerable monumento”, dijo Victor Hugo en su majestuosa obra, La Catedral de Nuestra Señora de París, como si el prolífico escritor predijera una tragedia como la ocurrida este día.
Relata que un día visitando La Catedral de Nuestra Señora de París, encontró un libro en un rincón sobrio de una de sus torres, con una palabra a mano grabada en la pared: ‘ANAI’KH .
Dijo que esas letras escritas en mayúscula y en griego, se habían ennegrecido profundamente con el paso del tiempo, estaban grabadas en piedra, y con ciertos signos de la caligrafía gótica, que habían sido impresas en su forma y sus actitudes como para revelar que los marcó una mano en la Edad Media, y sobre todo el sentido lúgubre y fatal, produjeron una viva impresión en el autor.
En ese momento se preguntó a sí mismo, procura adivinar cual podía ser el alma en pena que no había querido abandonar este mundo sin dejar aquella marca de crimen o de infortunio en la frente de la vieja iglesia.
“El hombre que grabara aquella palabra en la pared desapareció, hace muchos siglos, a través de las generaciones, y la palabra ha desaparecido de la pared de la iglesia, y la misma iglesia desaparecerá también quizá de la tierra”. Y justo aquella palabra fue la inspiración para la realización de este libro.
La novela comienza con unas celebraciones populares y presenta a la gitana Esmeralda, que predice el porvenir y atrae fatalmente a los hombres.
Quasimodo, un deforme joven campañero de Nuestra Señora, de fuerza hercúlea, en cuya horrible fealdad esconde un corazón sensible; y el archidiácono Claude Frollo, padre adoptivo del campanero.
Este último, atraído por la bailarina, pide a su protegido Quasimodo que la rapte. Sin embargo, la intervención del capitán Febo de Châteaupers impide la consumación del secuestro y lleva a Quasimodo a la condena del suplicio público.
De esta manera es azotado en la plaza y el pueblo le infiere todo el odio y los insultos, Quasimodo pide agua y la gitana Esmeralda sube al patíbulo para calmar su sed.
A partir de este gesto, Quasimodo siente un agradecimiento y un afecto enorme hacia la gitana por su piedad hacia él, ya que no estaba acostumbrado a ser bien tratado.
Mientras tanto, Frollo se siente frustrado por el secuestro fallido. Celoso del capitán Febo, se entera de que Esmeralda está enamorada de él, Frollo lo apuñala cuando Febo logra atraer a Esmeralda al cuarto que ha alquilado expresamente para tomar la virtud de la doncella.
Pese a que Febo de Châteaupers fue apuñalado por Frollo, la joven gitana es acusada del crimen al ser la única que aparece en la escena, por lo que es condenada a la horca.
El propio Febo cree que ha sido ella quien le acuchilló e indiferente hacia la pasión de Esmeralda por tener ya como novia a una joven aristócrata, se desentiende del destino de la gitana.
Diversos expertos señalan que ésta fue la obra más oscura de Victor Hugo, donde las formas retorcidas del autor y los ahorcamientos, suplican no solo la corte de los milagros, que es uno de los mejores pasajes de la novela, sino todo París y por lo tanto toda la trama, sino es además una tragedia medieval.
Hasta su muerte, Victor Hugo fue una de las figuras tutelares de la recuperada república, así como una indiscutible referencia literaria.
Falleció el 22 de mayo de 1885, en su residencia particular «La Princesse de Lusignan»
“Y la catedral no era sólo su compañera, era el universo; mejor dicho, era la Naturaleza en sí misma”.
CS