Cuando este domingo los españoles vayamos a votar para elegir a quien nos representará los próximos cuatro años, tendremos un compromiso con la historia, un compromiso mayor que en otras ocasiones.
Nos jugamos mucho. El Presidente del Gobierno, candidato del Partido Socialista, Pedro Sánchez, parte como favorito, sin embargo hay mucho recelo hacia él.
En este escaso año al frente del Ejecutivo, Sánchez no ha dudado en pactar con los independentistas catalanes a costa de seguir en el poder. Según las encuestas, el PSOE volverá a ganar, pero no obtendrá una mayoría suficiente como para poder gobernar. Sin embargo, la suma de los diputados socialistas más lo de la extrema izquierda de Podemos y de los independentistas de Esquerra Republicana de Cataluña sí podrían darle los escaños suficientes como para poder formar Gobierno.
El electorado no tiene reparos en los pactos gubernamentales, pero no en todos, no a cualquier precio. No se puede pactar con aquéllos que buscan romper España, aquéllos que quieren la independencia después de una unión de más de seis siglos.
En el otro lado se encuentra una derecha atomizada con tres partidos: el Partido Popular, Ciudadanos, de centro derecha y VOX, una fuerza que acaba de nacer, pero que viene arrasando.
Este partido que aglutina a una derecha dura obtuvo en las elecciones al Parlamento Andaluz 11 escaños. Ahora en el Congreso de los diputados podría superar los 30 cuando hace poco era una perfecta desconocida.
¿Qué ha ocurrido para que los extremismos de izquierda y de derecha puedan ser fundamentales para la composición de un Gobierno? El votante está harto de las promesas incumplidas de los partidos de toda la vida. La crisis económica que caló a España durante más de 10 años hizo que el elector emigrara su voto hacia la extrema izquierda.
El nacimiento de VOX surge por el mismo descontento como también por el discurso a favor de la unidad de España en contra del separatismo catalán. Además, esto va unido al terrorismo de ETA que tanto hizo sufrir a España y que intentó doblegar al Estado. La extrema derecha quiere sacar votos tanto del terrorismo como de la unión nacional. Por eso estas elecciones son tan importantes, porque Cataluña está como telón de fondo. Pero también porque los partidos populistas tanto de izquierda como de derecha tienen cada vez más cabida.
Al final no es más que un reflejo del descontento que ocurre en el resto de Europa y en muchos países de América, empezando por Estados Unidos.