Foto: Reuters Venezuela es el primer país que cumple los requisitos para abandonar la OEA, en una acción que para algunos expertos es un acto de soberanía, para otros no tendrá “incidencia jurídica”, y terceros acotan que la oposición insistió en quedarse como estrategia para mantener legitimidad y apoyo diplomático  

El gobierno venezolano anunció hoy su retiro definitivo de la Organización de Estados Americanos (OEA), aunque el lugar del país ya había sido ocupado por el representante de la oposición Gustavo Tarre, un acto que para Caracas «es compatible con la naturaleza vasalla de la OEA».

 

En una jornada que el oficlalismo celebrará con una movilización frente a la cancillería, el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro consuma un proceso que comenzó en 2017 con el anuncio de la salida de la OEA, luego de años de deterioro en la participación de Venezuela en el organismo continental.

 

Venezuela es el primer país que cumple los requisitos para abandonar la OEA, en una acción que para algunos expertos es un acto de soberanía, para otros no tendrá “incidencia jurídica”, y terceros acotan que la oposición insistió en quedarse como estrategia para mantener legitimidad y apoyo diplomático.

 

“Vamos a mandarle un mensaje al mundo, el mensaje de la Venezuela libre, digna e independiente. No somos una colonia norteamericana», puntualizó Darío Vivas, vicepresidente de Movilización del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).

 

«La OEA es un Ministerio de Colonias de Estados Unidos», subrayó a su vez el embajador de Venezuela ante Naciones Unidas (ONU) en Ginebra, Jorge Valero, retomando una denominación de la década de 1960, cuando el organismo expulsó de sus filas a Cuba, y reclalcó: «en la OEA, el imperio impone su ley».

 

Tras varios años de conflicto, la Secretaría General de la OEA, a cargo de Luis Almagro desde 2015, desconoció en enero pasado al gobierno de Maduro y reconoció como «presidente encargado» al líder opositor de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, apoyado por Estados Unidos y el Grupo de Lima.

 

En declaraciones a la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), Valero señaló que el país abandona una OEA subordinada a los intereses del gobierno de Estados Unidos, que mantiene una escalada de sanciones políticas, económicas y financieras contra el gobierno de Maduro y en beneficio de Guaidó.

 

«Nuestro país no acepta mandatos emanados del gobierno de Donald Trump que vulneren su soberanía», expresó, y sostuvo que Almagro «ha perdido la vergüenza, es un mercenario y no lo oculta. Su odio hacia Venezuela y sus autoridades es irracional».

 

Valero destacó que la salida de Venezuela es oficial a pesar de que la OEA reconoció como «representante» a Tarre, y subrayó que con ello el organismo viola sus propias normas, pues fue reconocido por 18 países de los 33 que lo integran, sin lograr el apoyo de las dos terceras partes requeridas.

 

Venezuela continuará incidiendo en la comunidad de naciones, aseguró Valero, al señalar que es un ejemplo para los Estados que buscan su emancipación del imperialismo, y destacó que el país «es un eje fundamental de las confrontaciones políticas planetarias» de la actualidad.

 

El diplomático comparó a la OEA con la ONU, al precisar que «la membresía de Venezuela en la ONU está absolutamente garantizada», pues es una organización «más plural, diversa e independiente», con «una constelación de países soberanos que impiden que Estados Unidos mande a sus anchas».

 

El primer roce de Venezuela con la OEA ocurrió en 2007, cuando el entonces presidente Hugo Chávez rechazó las críticas del organismo al cierre del canal privado Radio Caracas Televisión.

 

La concreción de esta salida comenzó en 2013 cuando Chávez denunció la Convención Americana de Derechos Humanos de 1969 y dio paso al retiro de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (Corte IDH).

 

El 27 de abril de 2017, el gobierno de Maduro denunció la Carta de la OEA para iniciar su retiro formal, aunque Almagro consideró que la salida quedó suspendida el pasado 23 de enero, con la autoproclamación de Guaidó como «presidente encargado» y la designación de Tarre como su «representante».

 

 

 

 

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