Por: Miguel Ángel Ensástigue Velázquez/FES ARAGÓN

 

Una demanda laboral

Con tan solo ocho años de edad, Soledad Araiza acompañaba a su mamá a trabajar por las calles de la CDMX. Voceadora por excelencia, respetable entre los amigos, siempre encontró en su progenitora una fortaleza y ejemplo para salir adelante. Con el paso de los años, Sol logró hacerse de decenas de puestos de periódicos e incursionó en la venta de ropa y calzado. Gracias a estas acciones, sus pequeños Emmanuel y Alejandra reciben educación, diversión, así como un techo dónde dormir.

La jornada laboral de la familia Araiza comienza cerca de las 3:30 horas cuando salen hacia los expendios. “El tránsito es muy ligero en ese horario y así puedo regresar antes de las 07:00 horas para dejar a mis niños en la escuela; después me pongo a acomodar mercancía o revisar pendientes hasta que salen del colegio. Casi siempre estamos juntos todo el día: me acompañan a cobrar y hacemos la tarea en los trayectos, en ocasiones vamos al cine o a bailar. Nunca está de más un rato alegre”, confesó Soledad.

Con todos estos esfuerzos, para ella lo más difícil de ser mamá siendo comerciante es no tener el tiempo suficiente para estar con sus hijos. Reconoce que su actividad demanda mucho espacio, pues labora los siete días de la semana; sin embargo, todo lo hace por el progreso de sus retoños, quienes estudian la secundaria y ven a su mamá como una heroína.

Trabajo es trabajo

Overol, gorra y franela son los utensilios que Madeleyne del Pino utiliza todas las noches para laborar en la gasolinera ubicada sobre Periférico y Canal de Garay. Tiene 17 de años de experiencia y aún recuerda la época en que las mujeres no despachaban carros, sino que sólo aplicaban abrillantador y limpiaban parabrisas.

Con 37 años de edad y tres hijos, Madeleyne lucha por salir adelante sin importar las condiciones. Lo más difícil de ser mamá y despachadora es sacar a sus niños adelante, puesto que es madre soltera y no cuenta con apoyos de terceros, salvo el de la familia propia.

Sin embargo, es lo que le da valor, día con día, para abrirse paso en un ambiente en donde predominan los hombres. A pesar de ello, cuenta que las relaciones laborales son agradables y se siente orgullosa de que las mujeres se sumen cada vez más a despachar. “Chamba es chamba y las oportunidades siempre estarán disponibles”, agregó del Pino.

El trato con la gente y pasar la noche en vela al cuidado de su estación son las cosas que más le agradan de su jornada.

Para servir a todos

Los antojitos de Rosa Zamora son conocidos desde hace 34 años en la colonia Nueva Tenochtitlán de la CDMX. Disfruta al máximo su edad diamante al igual que su trabajo, mismo que le permitió mantener siete hijos.

Hoy, con sus hijos y nietos profesionistas, entre psicólogos, administradores, médicos, artistas gráficos y más, reconoce que lo más difícil de ser mamá siendo trabajadora fue no poder pasar tiempo de calidad con sus “bebés”.

Al igual que su mamá, doña Rosa les inculcó a sus descendientes el amor por el trabajo, respeto y la educación. Considera que estos aspectos son esenciales para que una persona pueda conducirse con fervor por la vida. “Nunca les faltó un lápiz para la escuela, siempre asistí a sus juntas o festivales y escolares. Como madre aprendes a ‘acomodar’ tus tiempos para los pendientes de los pequeños, aunque a veces uno no pueda disfrutarlos como quisiera. Tal vez nos faltaron risas, pero nunca pasión y amor”, recordó la señora Zamora.

Y así pasarán los años hasta que, dice Rosa, Dios quiera y le dé la oportunidad de morir como un roble. Mientras tanto, seguirá levantándose a las 04:00 horas para guisar y atender su puesto de antojitos para servir a todos.

Tradición y sabor para el corazón

Los corazones de los transeúntes del Centro Histórico se engalanan diariamente con las melodías que salen del organillo que atiende Luz María Coria, y es que más de una persona se ha enamorado al escuchar “Solamente una vez”, o simplemente recuerdan los buenos momentos que “Flor de Capomo” les dejó en la vida.

Desde muy temprano sale de Ixtapaluca, Estado de México, para estar en punto de las 10:00 horas afuera de la Quinta Casa de Correos. En un buen día reúne cerca de $200, de los cuales $70 son para cubrir la renta diaria del instrumento.

A pesar de las alegrías que Luz María otorga a quienes la escuchan, lo más difícil de ser mamá siendo organillera es no tener el tiempo suficiente para las necesidades de sus hijos, quienes asisten a la primaria y preparatoria.

“Nada es imposible, los hijos son una motivación para luchar. Admiro a las mujeres que saben salir adelante sin la necesidad de otra persona”, concluyó Coria mientras preparaba su siguiente canción para continuar una tradición musical en peligro de extinción.

La construcción de un reino desde un palacio

Exposiciones y conciertos son algunas de las actividades programadas en la Quinta Casa de Correos con la aprobación de la dirección general y bajo la supervisión de Yozunne Nocedal, gerente de Cultura Postal del Servicio Postal Mexicano. A lo largo de tres años se han desarrollado tareas lúdico recreativas para el beneficio de chicos y grandes. Uno de los mejores aciertos, así lo considera la gerente, es la apertura de un museo dentro del recinto.

Yozunne vive apasionada de su trabajo y es mamá de una pequeña de tres años de edad, a la cual ve unos ratos por las mañanas y noches debido al tiempo que le exige su labor dentro de la institución. “Continuamente sigo aprendiendo sobre la historia y curiosidades de este edificio, pero a veces quisiera pasar más tiempo con mi niña. Todo lo que hago es por mi bebé; me gustaría que el día de mañana pueda ver el reino que construí para ella desde una oficina del Palacio Postal”.

Para ella la vida está llena de sacrificios, principalmente al desempeñar un rol maternal y laboral al mismo tiempo. Sin embargo, espera ser un ejemplo para su hija y poder inculcarle que puede ser capaz de lograr cosas inimaginables y sortear todos los retos que se proponga.

El esfuerzo sobrehumano

Ser madre soltera ha sido todo un reto, el más difícil y abrumador, pero al mismo tiempo el más gratificante de todos para la vida de Diana Palacios

Lo más difícil de ser mamá siendo asesora financiera y ejecutiva de servicios hoteleros es no encontrar un equilibrio entre los ámbitos sociales o familiares. Esa parte fea, comenta, en donde quisiera dejar la oficina y salir hacia los brazos de Regina, su nena con cuatro años de edad; pensar en las necesidades de su hija son el motor para vencer toda carga laboral o estrés de la oficina. Incluso la indeseable soledad que experimenta al despedirse por las mañanas y en las noches encontrarla dormida.

“Toda mamá conoce el esfuerzo sobrehumana que realizamos para complacer a nuestros hijos, incluyendo la energía que a veces necesitamos para jugar con ellos o elogiar sus creaciones artísticas sin importar las altas horas de la noche. Los pañales o biberones en la madrugada y las lecciones de mamá primeriza que nos transportan al verdadero reto de la vida”, plática Diana.

Hasta en el más mínimo berrinche quisiera estar presente y guardar esos momentos para siempre. Por lo tanto, aprovecha cada fin de semana con Regina al máximo, su pequeño gran mundo que la lleva a olvidarse de los reportes, análisis o cobros de servicios.

 

Por: Tzuara De Luna/FES ARAGÓN

La vocación de criar

Docente de inglés por las mañanas, madre por las tardes y estudiante en las noches y madrugadas; esa es la vida de Rita Hernández, una mujer de cabello rojo y tatuajes en los brazos, mamá de dos niños que desde pequeña solía jugar a ser maestra.

“A mí siempre me gustó enseñar, ya sea matemáticas, español o vocabulario. Recuerdo que agarraba el ropero de mi madre como pizarrón” menciona con una sonrisa en el rostro.

Por dividir el día en un sinfín de partes, Rita exclama “He encontrado ese equilibrio”, un punto medio entre el menester materno y la superación personal. Lo más difícil, como apunta ella, es ajustar tiempos afín de cumplir con su papel de madre y su preparación profesional.

La amante de la lingüística aplicada se actualiza y cultiva constantemente. Ver películas en compañía de sus hijos y la lectura se colocan como los pasatiempos favoritos para la egresada de la UNAM en la carrera de Enseñanza de Lenguas.

El ambiente literario, la maternidad y Adriana Tafoya

Su amor desde la infancia por las letras y los mundos que esconden, ahora se conjunta con el amor de ser madre. En medio del tejido literario, presentaciones y ferias del libro, Adriana Tafoya, poeta y editora mexicana, atesora los momentos que le brinda la poesía y el ser madre de dos niñas.

La poesía es la columna vertebral de su existencia. Mujer embrión y Cantos de la tristeza se colocan como dos de sus trabajos realizados desde su inherente arista poética y de madre. Tener tiempo ya sea para escribir, apoyar a la escena independiente, continuar ampliando su acervo bibliográfico o brindarle tiempo a su familia, se encuentra como la principal proeza de mezclar el espacio materno y el literario.

Coincidir con Norma Bazúa, Leopoldo Ayala, Enrique González Rojo y Raúl Renán, por mencionar algunos letrados, ser catalogada y conocida nacional e internacionalmente y un recuerdo en el 2008 cuando, después de un festival organizado por ella, cayó rendida en un sillón a los brazos de su hija, conforman para ella recuerdos y satisfacciones en su vida.

Entre el lente y la maternidad

Ya sea una salida familiar o la captura de algún momento para recordar, son los instantes favoritos para Josefina Leal, fotógrafa que conjunta su pasión por el arte y su amor y entrega hacia su hija.

Con una licenciatura y maestría en artes visuales, y una larga carrera fotográfica, Josefina afirma que su hija y esposo son sus motores, razón por la que siempre fungen como sus modelos y principales fuentes de inspiración. Su labor fotográfico y de madre demandan mucha dedicación, por lo que cumplir y tener tiempo para ambas partes, representa el principal reto para Josefina.

Bajo la ideología de “La mejor forma de enseñar es educar con el ejemplo” a palabras de la entrevistada, Leal se ha dedicado a brindarle un panorama artístico y de independencia a su hija de 17 años, mientras procura su trabajo y sus lazos familiares.

 

Por: Mario Rivera

Enfermera de día y de noche

Para María de Lourdes Pérez, mamá de dos hijos de 11 y 19 años, y enfermera desde hace 26 años en el Hospital Español de la CDMX, lo más difícil de ser mamá es saber dejar a un lado  las exigencias y problemas de su trabajo para convivir y cuidar a sus hijos:

“Hasta ahora, a la mitad de mi vida, me doy cuenta que su felicidad es todo para mi, al inicio lo que me preocupaba más era proveer, que tuvieran escuela, alimentos pero, ¿cuándo mi tiempo y mi ser mamá?, ¿cuándo compartía momentos alegres con ellos?, estaba muy enfocada en mi trabajo.

Comentó que cuando le iba mal en el trabajo lo transmitía a sus hijos, sin embargo logró cambiar: “Hoy trabajo porque mis hijos estén preparados profesionalmente pero también de manera emocional y que sean felices con lo que hacen”.

Entre lágrimas, María nos confesó que “lo mejor de ser mamá es el tener a tu lado a esos seres al que tu puedes cambiar, es tu grano de arena a la vida, hacer que sean mejores cada vez. Hay mucha violencia y egoísmo hoy en día, así que mi aportación a la vida es ser una buena mamá”.

Predicar con el ejemplo

Pilar Bautista, mamá y secretaria en Petróleos Mexicanos desde hace 28 años, piensa que uno de los aspectos más bonitos de tener un hijo es  estar con ellos en cada logro:

“Lo mejor primero es la ilusión que te proporciona el formar una familia, después las alegrías que llegan cuando desde bebés cumplen cualquier éxito, por más mínimo que sea. El ser mamá te deja muchísimos momentos felices que no se vuelven a repetir, por eso hay que aprovecharlos”.

Para ella, algo muy duro fue tener que ir todos los días a trabajar y por ello sacrificar momentos con su hijo pues, “quieres estar siempre con tus ellos, pero sabes que tienes una obligación por cumplir en el trabajo y así darles lo que necesitan”.

Contó que lo más difícil de ser mamá es el miedo de no saber guiar correctamente a los hijos:

“Lo que más quieres es orientarlos para que sean hombres y mujeres de bien, el fallar como papás es algo muy fuerte”.  /Mario Rivera

Al cuidado de todos

Para Mayra González, enfermera desde hace cinco años en el Hospital Español y madre de tres hijos, el trabajar, atenderlos y protegerlos al mismo tiempo es muy gratificante, pues se ha convertido en todo un ejemplo:

“Es muy padre, a veces mis hijos me quieren alcanzar, dicen ‘si mi mamá pudo yo por qué no puedo’, los motivo, les va cambiando su visión al descubrir que hay pláticas , sueños y metas diferentes”.

Confesó que “lo mejor de ser mamá es sentirse muy afortunada al tener una bendición tan grande que Dios te da para cuidar”

Para ella siempre ha sido muy difícil saber tomar decisiones con sus hijos de 10, 19 y 20 años, cuando debe castigarlos, pues “a veces te duele más a ti que a ellos”.

Contó que ser enfermera no es fácil, ya que “debes ver cómo las personas sufren pérdidas de sus seres queridos y que tu tienes que apoyarlas, pero tampoco puedes hacer muy personal al paciente y no decir ‘te entiendo’, porque nunca entenderemos la pérdida de los demás”.

 

LEG