Como muchas madres en México, este día Patricia Herrera, migrante de Michoacán, tendrá que limpiar casas en Tijuana para apoyar económicamente a su familia.
En entrevista con Notimex, indicó que no tuvo la oportunidad de estudiar, que sólo terminó la secundaria a los 17 años, porque su papá no le permitió concluir sus estudios. Tres años más tarde se casó y desde entonces vive en Tijuana.
“Yo sentí morirme cuando llegué a Tijuana porque dejé a mi mamá, no quería separarme de ella, éramos muy unidas, pero mi esposo vivía aquí y su trabajo también lo tenía en esta ciudad”, dijo.
Patricia afirmó que ser mamá migrante no es fácil, pues si no conocen a nadie se les dificulta encontrar trabajo.
Destacó que todos los días les recomienda a sus hijos, de 16 y 12 años de edad, que deben estudiar pues su formación académica será lo único que les deje.
“Casi siempre he estado con mis hijos, durante ocho años trabajé de noche para acompañarlos a la escuela”, sostuvo Patricia .
Afirmó que la última vez que visitó su pueblo fue hace cuatro años, aunque su mamá viaja frecuentemente para verla.
Agregó que el 10 de mayo lo festeja en el trabajo, aunque al llegar a casa preparará mole, pozole y tamales para sus hijos.