El hacinamiento en las cárceles es por el uso excesivo de la prisión preventiva, lo cual puede ser comparado con otras jurisdicciones latinoamericanas, y en México, según datos de 2017, poco más de 65 mil personas recluídas no habían recibido sentencia.
Eso equivale a cerca de 35% de la población interna, señaló el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, con base en datos del Censo Nacional de Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2017 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
“Es un verdadero desafío poder dar atención adecuada, incluso a aquellos que infringen las leyes; sin embargo, ha sido evidente aquí que la falla se encuentra también en la procuración de justicia, si nos atenemos a la cifra de población reclusa que no ha recibido sentencia”, advirtió.
Expuso que, de acuerdo a la información del INEGI, en 2017 en México se registraron un total de 188 mil 262 personas privadas de la libertad en los centros penitenciarios de las entidades federativas; 95% hombres y cinco por ciento mujeres.
Sin embargo, apuntó, un dato que llama la atención es que, en cuanto a su estatus jurídico, 35% de la población total reclusa no tenía sentencia y, de este total, el grupo con mayor afectación eran mujeres; 44% de ellas aún estaba en proceso.
En números absolutos, detalló, poco menos de un tercio de la población reclusa de las cárceles estatales estaba en la Ciudad de México y en el Estado de México durante 2016.
En lo que refiere a los rangos de edad, puntualizó, los reclusos que tienen entre 30 y 39 años constituyen el ámbito en el que se concentró la mayor cantidad de personas internas. Los de 18 a 29 años conforman 32.8%.
Hizo notar que nueve de cada 10 personas se desempeñaban en empleos de baja percepción: artesanos, operadores de maquinaria industrial, ensambladores, choferes y conductores, además de trabajadores en actividades primarias y vendedores informales.
En el mismo Censo los gobiernos locales reportaron que un poco más de 111 mil personas ejercieron alguna actividad ocupacional durante su reclusión, 71 mil estudiaban o recibían alguna capacitación, y 16 mil realizaban otro tipo de actividad. Un interno podía realizar más de un tipo de actividad.
Apuntó que el 74% de la población penitenciaria señaló tener hijos o hijas. Asimismo, el Censo revela que las principales personas con quien residen esos hijos e hijas eran familiares, particularmente la madre o el padre fuera de prisión.
jhs