Hace falta terquedad para restar mérito a Pep Guardiola ahora que ha conquistado su octava liga en apenas diez dirigidas (tres con Barcelona, tres con Bayern, dos con Mánchester City).

Por entender la campaña europea actual: de entre todas las grandes ligas sólo han mantenido el suspenso hasta la jornada final la inglesa y la alemana. Mientras que Juventus, París Saint Germain y Barcelona han sabido acaso desde inicio de año que nadie les quitaría ese trofeo, su City ha necesitado hilvanar su decimocuarta victoria consecutiva en el cierre, al tiempo que el Bayern habrá de concluir empatando para quedarse otra Bundesliga.

Para más mérito del City, basta con fijarnos en el poderoso armado de tantos planteles rivales en la Premier, a diferencia de un Bayern que incluso en crisis y urgido de remodelación consigue imponerse en su país.

Sucede que Guardiola despierta demasiadas pasiones y divisiones. Acusado en Barcelona de sólo arrasar por contar con una generación inigualable –la cual no ganó nada en el año precedente a su llegada– y en Múnich de imponerse estrictamente por la superioridad de su grupo, en las islas británicas se ha encontrado con el mayor reto de su carrera.

Por supuesto, muchos podrán señalar que ha vuelto a quedar fuera en la Champions, aunque resulta absurdo contemplar fracaso en donde él se ha impuesto en Supercopa, Copa de la Liga, Premier League y posiblemente también FA CUP.

Alex Ferguson, paradigma del técnico triunfador de la Premier League moderna, nunca logró tantos títulos domésticos en una sola temporada. En la 1998-99 conjuntó liga, copa y Champions, mas hablamos de una sola ocasión en casi tres décadas. Es decir, que de ninguna forma fue su rutina ir venciendo en cuanta competición disputaba.

Palmarés y cifras al margen, Guardiola ha cumplido en el Etihad por una sencilla razón: que su City ha establecido un sólido hilo conductor respecto a su Bayern y su Barça. Futbol de autor como pocas veces se vio y se verá. Prioridad sobre la posesión. Buen trato al balón. Desmarque y recuperación permanente. Elaboración por doquier.

Tras un Mundial de Rusia que sugería que la verticalidad y renuencia a tener la pelota volvía a ser el patrón de juego, el City es parte del regreso a la realidad cruyffiana/guardioliana de 2010 con el campeón España y 2014 con Alemania (Ajax, Tottenham y otros, han deleitado este año bajo similar estilo).

Acaso Guardiola no volverá a ganar otra Champions, porque no todos pueden ganar todo. Sin embargo, tacharle de fracasado parece tan inviable como hacerlo con Belichick en la NFL o Phil Jackson en la NBA.

Caiga bien o mal, agraden sus modos o no, se le crea más o menos a su discurso a ratos moralino, Guardiola ya es historia de este deporte.

Twitter/albertolati

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