SAN JOSÉ.- Daniel Ortega “no se irá por la buenas”, pese a que su gobierno es insostenible debido a la crisis política, económica y social a la que ha llevado a Nicaragua, opinó el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, exiliado en Costa Rica desde diciembre pasado.
En entrevista con Notimex, el director de la revista Confidencial y conductor del programa Esta Semana en la televisora Nicavisión, explicó las razones que le llevaron a huir de Nicaragua y compartió su diagnóstico de la situación por la que atraviesa el país luego de 12 años de Ortega en el poder.
“Nunca tuve un plan para dejar Nicaragua o salir al exilio, lo decidí después de Navidad por una situación extrema que ponía en riesgo mi seguridad personal y mi seguridad física”, relató Chamorro sobre las detenciones de periodistas que se llevaron a cabo a finales del año pasado.
Denunció que los reporteros de Confidencial y Esta Semana fueron acosados, espiados y agredidos desde el comienzo de las protestas en abril de 2018, hasta que en diciembre sus instalaciones fueron allanadas.
“Seguimos en línea y, aunque los programas han sido censurados en Canal 12 (de Nicavisión), se transmiten por Youtube. A pesar del exilio, no han podido callarnos y seguimos informando sobre la crisis nicaragüense”, expuso el hijo de la ex presidenta nicaragüense Violeta Barrios Viuda de Chamorro.
En su análisis sobre la actual situación en Nicaragua, opinó que cuando Ortega regresó al poder en 2007 (luego de su primer mandato 1985-1990) “desde el primer momento se podía advertir que llegó con un proyecto autoritario de concentración de poder”.
“Ganó la elección con una minoría política. Desde los primeros meses lanzó críticas durísimas contra la prensa, contra nuestro medio en particular, Esta Semana y Confidencial”, recordó Chamorro, considerado una de las voces más incómodas para el gobierno de Ortega.
Para el comunicador, “el régimen” entró en una primera crisis política en 2008, por lo que “tuvo que hacer una alianza con los grandes empresarios, una alianza corporativista a costa de democracia y de transperencia que le dio una aparente estabilidad económica y legitimidad política”.
Consideró que la actual administración es una “dictadura institucional que se consolidó durante una década”. Añadió que “era posible advertir desde entonces (2017-2018) que el régimen de Ortega no era sostenible políticamente, pero nadie podía predecir una rebelión como la que se dio”.
Chamorro resaltó que se trata de “una insurrección cívica que estalló el 18 de abril de 2018, la cual ha sido complemente impredecible” por el papel de “la juventud nicaragünse y en particular la universitaria” que “se lanzó a las calles a protestar contra la represión”.
En opinión del periodista, “Ortega respondió con una brutalidad desmedida, utilizando la fuerza policial y la fuerza paramilitar, y en una semana se había producido ya una treintena de asesinatos. Dos meses después había unos 300 muertos, miles de heridos y decenas de miles de exiliados”.
“La matanza de abril (de 2018) produjo una profunda herida y ruptura en la sociedad nicaragüense”, expuso.
“La rebelión surgió como protesta espontánea a las reformas de seguridad social, pero se convirtió rápidamente en una protesta nacional contra el autoritarismo, la dictadura, la represión y corrupción, demandando la salida del poder de Ortega y su esposa y vicepresidenta del país, Rosario Murillo.
Explicó que “el planteamiento básico de la esta revolución pacífica ha sido una reforma política para ir a elecciones anticipadas”, pero “Ortega se resiste y ese es nudo fundamental de la crisis del país, que también está provocando una crisis económica, un decrecimiento profundo que tiene al borde del colapso a la economía nacional”.
En resumen, dijo, en Nicaragua hay una crisis humanitaria, de derechos humanos, y hay una crisis democrática porque se ha producido también una ruptura a los convenios internacionales y la carta democrática internacional.
“El régimen de Ortega es una dictadura. Antes de abril (de 2018) era una dictadura institucional y hoy es una dictadura sangrienta, con la particularidad de que es un régimen personalista”, sentenció Chamorro.
“Se representa como una fusión de Estado-Partido-Familia, pero a final de cuentas el poder está concentrado en la pareja presidencial de Ortega y Murillo”, sostuvo.
Para Chamorro, el de Nicaragua “es un régimen personalista que está aferrado al poder por del poder, sin ningún proyecto político ni de transformación, nunca ha sido un proyecto de izquierda socialista”.
“Ortega aplicó las mismas políticas neoliberales que desarrollaron los gobiernos anteriores, con la diferencia de que desarrolló un lenguaje populista usando los símbolos de la revolución sandinista”, dijo el periodista nicaragüense.
“En Nicaragua no hay una guerra civil entre dos bandos armados, es el Estado el que ha reprimido a la población”, expresó tras considerar que “la crisis tiene salida y depende del ejercicio de un nivel máximo de presión cívica nacional y presión internacional contra Ortega”.
“Ortega no va a salir por las buenas, como estadista que tras un análisis racional de la crisis decida dejar el poder para facilitarle una solución al país. Solamente va a salir cuando se vea obligado por la presión económica, política y la presión internacional”, enfatizó Chamorro.
MGL