No hace muchos días, el hoy ex director del IMSS, Germán Martínez, había salido en defensa del Instituto y de su abasto de medicamentos.

Justo por ese tiempo, le había enviado una carta al presidente López Obrador para quejarse de lo que llamó en su renuncia “injerencia de la Secretaría de Hacienda’’ en la toma de decisiones del IMSS.

López Obrador ignoró esa carta; si acaso se dio por enterado pero no ordenó al secretario de Hacienda, Carlos Urzúa, entrevistarse con Martínez para limar asperezas.

El que López Obrador lo haya dejado en “visto’’, como se dice ahora, sin responderle fue la gota que derramó el vaso y que terminó por provocar la su renuncia la mañana de ayer.

Las razones que esgrimió Germán Martínez en su texto de renuncia son impecables: una injerencia maliciosa de Hacienda que pretendía crear una figura de delegado especial para manejar los recursos del Instituto, a pesar de que el IMSS tiene a sus propios delegados.

La reducción presupuestal y la orden de recortes de personal tomadas por Hacienda sin tomar en cuenta los requerimientos de recursos financieros y humanos del Instituto.

El nulo pago a proveedores, la suspensión de la construcción de infraestructura, la indefinición jurídica del status de miles de trabajadores especializados y la amenaza latente de que las medidas de austeridad terminen por colapsar la operación del IMSS.

Nada de los anterior parece preocupar al presidente López Obrador quien ayer, al referirse a la renuncia de Martínez, dijo que cada quien es libre de tomar sus propias decisiones y que para ocupar el puesto sobraba gente “honesta y comprometida’’.
López Obrador dijo también que Hacienda debe participar en las decisiones del IMSS, lo que de suyo resulta en un espaldarazo para las medidas protestadas por Martínez y promovidas por Urzúa.

Lo que ha quedado claro con la renuncia de Martínez y los recortes por más de 700 millones de pesos al sector salud, es que la promesa de tener en los primeros tres años de este gobierno “un sistema de salud público nórdico o parecido al de Canadá’’, es una utopía.

O una mala broma, como quiera llamarlo.

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La renuncia de Germán Martínez puede provocar una carambola en el Senado que terminará beneficiando…¡a la CTM!

Sucede que el suplemente del ex director del IMSS, quien es senador con licencia, es Pedro Haces, quien pretende ser el ícono del nuevo sindicalismo nacional –peleando por es lugar con Napoleón Gómez Urrutia-.

Haces lidera una central a la que se han allegado grupos de la CROC, lo que queda de la COR y otros sindicatos, con el objetivo, dice el empresario millonario, de crear una nueva corriente sindical.

Si Martínez retoma la senaduría que le corresponde, Haces tendrá que despedirse de ese foro que le da tantos reflectores y le permitió pasar de la tiniebla a la luz pública.

A ver qué tanto respaldo tiene de López Obrador quien sería el único que podría impedir que Germán Martínez retome la senaduría que por derecho le corresponde.

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Al cierre de este espacio se discutían en el pleno del Senado las cuatro leyes secundarias de la reforma constitucional que dio paso a la creación de la Guardia Nacional.

Las cuatro leyes, como le comentamos ayer, fuero aprobadas unánimemente en Comisiones por lo que no se esperaba ningún contratiempo en el pleno cameral.

Ahora si, se acabaron los pretextos.