De Medellín de Bravo, Veracruz, Alfredo Zurdo Ortiz le hace honor a su tierra. Bravo en el montículo en sus mejores épocas de pitcher con los Diablos Rojos del México y aún en los juegos como veterano en Tranviarios; bravo para defender sus ideas y principios, y sin duda un bravo en el mejor sentido de la palabra para sacarle brillo a las mejores pistas de baile, donde la curva y la recta se tranfoman en la cadencia del son, el danzón y del ritmo afroantillano. La rumba es otra de sus pasiones de su vida y como un ritual cada jueves se ve en La Flor del Son y en La Embajada Jarocha.
Mi padrino, compadre de mi papá (q.e.p.d.), siempre nos contagió esa pasión por el beisbol. Cuando no lanzaba nos esperaba por la puerta trasera del dugout de los Diablos en el histórico Parque Deportivo del Seguro Social, en donde simpre nos regalaba pelotas autografiadas en donde sobresalía en el cuero de la pelota el número 15 que siempre portó en su franela.
Confieso que de niño lloré varias veces de coraje cuando perdía el Zurdo un juego, y más si la derrota era en la “guerra civil” con aquellos Tigres capitalinos o con el Águila de Veracruz. Y nunca olvidaré cuando los Diablos perdieron el campeonato en 1970 con el Águila, justo en el puerto jarocho: “Debes aprender a controlar tu caracter; así son los juegos, ganas o pierdes… la mejor lección es prepararte más para la siguiente batalla…”, me decía el Zurdo.
También viví grandes alegrías cuando los Diablos ganaron los campeonatos de 1974 y 1976, entre otros.
Aún recuerdo cómo se extendían las pláticas y hasta los debates en algún restaurante cercano al parque después de cada juego. ElZurdo y mi papá hacían la convocatoria para una desvelada ligth en la que en varias ocasiones abundaron los brindis. En esas reuniones conocí a otros peloteros como Adolfo Phillips, Ramón “El Abulón” Hernández, Luis Meré, Ramón “El Diablo” Montoya, Ramón Arano, Benjamín “Cananea” Reyes…
Era la década de los 70, y se vivía una buena época del beisbol mexicano.
Al paso de los años mi relación con el Zurdo sigue siendo tan estrecha como él la tuvo con mi padre: “De mi compadre siempre tuve consejos que me ayudaron a no perder el piso en mis mejores épocas como pitcher, pues era muy fácil perderse en la fama y más siendo joven..”.
Este jueves 23 de mayo en que el Zurdo fue galardonado como deportista ejemplar en el Congreso de la Ciudad de México, me atraparon los recuerdos de mi infancia, y mientras desde la tribuna lo observaba recibir su medalla, junto con otros deportistas desatacados, me sentí también tan emocionado como cuando el Zurdo ponchaba con sus letales curvas a los mejores bateadores. ¡¡Abrazo Zurdo!!, que aún hay brazo…