De la excepcionalidad siempre podrá salir lo mejor…, o lo peor.
Y para hablar de excepcionalidad en Europa, nadie como la Gran Bretaña: ese asumirse parte del continente y, a la vez, diferentes desde su isla; ese aproximarse al resto del hemisferio al grado de llegar a liderarlo, aunque tan pendiente de mantener notable distancia; ese combinar talento de cada confín y darle sentido desde su particular óptica, para una innovación permanente en música, ciencia, filosofía, política, deporte y demás.
La excepcionalidad ahí es tema tan viejo como la ruptura con el Vaticano de Enrique VIII medio milenio atrás (a la fecha la reina Isabel II encabeza la Iglesia Anglicana); tan evidente como en su lado para conducir el coche; tan plausible como esos moldes de pulgada, pie y yarda en la Trafalgar Square de Londres (sus propias unidades de medida y las de nadie más); tan actual como no utilizar el euro e imponer migración a los viajeros de la Unión europea.
Gracias a ese buen uso de la excepcionalidad británica, la Premier League hoy acelera muchos kilómetros por delante de sus pares en España, Italia, Alemania y Francia. Un modelo con notable influencia del que opera en las ligas estadounidenses, con algo también del exitosísimo de la Fórmula 1, que no sólo arrasa este año con los cuatro finalistas de los dos torneos europeos, sino en finanzas.
Un nuevo reporte señala que los equipos de la Liga Premier están generando casi el doble de ganancias que los de los otros principales torneos. Al gran contrato televisivo que han firmado, se añade el eficaz posicionamiento de sus diversas marcas en cada rincón del mundo y esquemas hechos para que el consumidor o aficionado se sienta parte de la tribu, considerado, integrado, lo mismo dos calles del césped que a dos océanos.
Mientras que los estadios españoles e italianos se habitúan a casi siempre tener localidades disponibles hasta unos minutos antes del partido o a exponer al televisor amplias tribunas vacías, es difícil conseguir un boleto para cualquier cotejo en Inglaterra. Esa demanda también acontece en la Bundesliga, aunque comparada la penetración en otros mercados, el trascender a la mera ciudad en la que se juega, Alemania no rivaliza con los logros de la Premier.
Excepcionalidad evidente a cada cierre de año, cuando las demás ligas descansan y la inglesa satura más su calendario, bajo un precepto fundacional: desde siempre en las islas británicas, el futbol está concebido para entretener cuando la población tiene tiempo libre o vacaciones.
Ahora que si la excepcionalidad se utiliza de mal modo, vean la cerrazón de un Brexit tan absurdo que ve correr meses sin hallar forma de ser.
Twitter/albertolati