“Las ambiciones excesivas, o fracasan o se pagan caro”.
Carlos Fuentes

En escenarios en donde las fake news, la intriga, el engaño, los intereses particulares, la traición o la deslealtad es lo que prima, debemos revalorar el sentido de la política como un ejercicio virtuoso de cooperación, diálogo, acuerdo y consenso. Los espacios para los charlatanes que lucran con la tranquilidad de las personas ya no pueden, ya no deben, tener cabida.

Hay varios ejemplos de personajes que se acercan a la política para medrar con la vida de sus ciudadanos, de sus amigos, de sus antiguos compañeros. Su particular interés por el dinero los inclina a la traición, a morder la mano que les tendió su ayuda. Esos personajes siempre terminan mal; en su pecado llevan la penitencia.

La lealtad y la honestidad son cualidades que nos definen como personas íntegras ante los ojos de la sociedad. También debemos destacar que serán éstas las que nos ayudarán a elegir el camino correcto, pues ambas están ligadas a la verdad, la cual destaca por ser un arma poderosa en la actualidad.

Para ahondar en esto, retomo un fragmento de la opinión de Yuval Noah Harari, en The New York Times, donde escribió que: “La naturaleza dual del poder y la verdad se traduce en el curioso hecho de que los humanos sabemos muchas más verdades que ningún otro animal, pero también creemos en muchas más insensateces. Somos, al mismo tiempo, los habitantes más listos y los más crédulos del planeta”.

En efecto, nuestra lealtad y honestidad, principalmente nuestros principios y valores, nos ayudarán a darle un correcto uso a la verdad, al tiempo en que sabremos encaminar la facultad que se nos otorga en beneficio de todos.

Finalmente eso es lo que requiere un político íntegro, más aún cuando vivimos tiempos de cambio y regeneración en nuestro país.

El que no sepa leer los nuevos tiempos terminará siendo el charlatán de la historia, solo, triste y arrinconado porque, como decía el buen Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Al buen entendedor, pocas palabras.