Sin cumplir la mayor promesa de su vida política: la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la primera ministra, Theresa May, deja el cargo arrastrada por la inercia que divide a la sociedad británica entre el europeísmo y los nacionalismos de la derecha extrema.

Nacida el 1 de octubre de 1956, la hija de un vicario de la Iglesia de Inglaterra y de una ama de casa es considerada por muchos como una de las políticas más duras y astutas del Reino Unido; May paga así la factura extendida por sus propios colegas conservadores, quienes se negaron a apoyarla.

La primera ministra no obtuvo en el Parlamento el apoyo necesario para la aprobación del Brexit que negoció con Bruselas, rechazado en tres ocasiones, debido sobre todo a intereses comerciales que implican una frontera dura entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.

Las conversaciones entre representantes de los partidos Conservador y Laborista en busca de un consenso sobre el Brexit no progresaron, todo ello obligó a que la primera ministra anunciara su renuncia vigente a partir de hoy, aunque permenecerá en el cargo hasta que se elija a un sucesor.

 

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