Una noticia circulaba de celular en celular, de red social en red social, de uniforme verde en uniforme verde, aquel 29 de junio de 2014.
Mientras costaba sacar del estadio Castelao de Fortaleza a numerosos mexicanos inmóviles en su perplejidad y se acuñaba por cada rincón de la república la frase del “No era penal”, muchos creían la versión de que la FIFA repetiría el partido entre México y Holanda al considerar que Arjen Robben se había echado un clavado.
Todavía faltaba más de un año para que el candidato Donald Trump consolidara la expresión Fake News y para que el diccionario Oxford convirtiera a “Posverdad” en la palabra de 2016. Como sea, ese día esa noticia falsa corrió más que a velocidad de la luz, a la de los megas.
¿Por qué tanta gente creyó por entonces que pudiera repetirse un partido tras un presunto fallo arbitral, cuando cada competencia de futbol está marcada por las equivocaciones del juez y eso nunca ha pasado? Porque, como con el electorado autoconfinado a leer sólo el giro de noticias que le interesan, eso era lo que el aficionado tricolor deseaba creer.
Cinco años después, la ficción no sólo nos ha alcanzado en numerosos episodios políticos y sociales, sino ya también en el futbol.
El partido más importante del año a nivel de clubes en África, la final de vuelta de la Champions League de este continente, será vuelta a jugar luego de que el viernes pasado ya había decretado vencedor.
La historia ha sido así. En la ida, disputada en Marruecos, el Wydad de Casablanca no pudo más que igualar a uno ante la visita del Esperance tunecino. En la vuelta, el Esperance ganaba 1-0 cuando el Wydad empató, siendo anulado ese gol. Al subir las protestas y convencerse al árbitro de que debía revisarlo con VAR –como si fuera tenis o futbol americano, una especie de desafío solicitado por el afectado con la marcación–, resultó que el VAR se había descompuesto. Para ese momento bastaba con tener televisor o una conexión a internet a fin de ver una toma lateral y concluir que, efectivamente, el cabezazo fue legal. Sin embargo, las autoridades decidieron que si no era con imágenes del VAR, no validarían nada y el gol no subió al marcador. Ahí se abrió más de una hora de discusiones que terminaron con el Wydad abandonando el partido y con la determinación de que el Esperance ya era monarca africano.
Así fue durante unos días, incluso hubo celebraciones en Túnez, hasta que se informó que aún no hay campeón y que la final se volverá a jugar.
Por justo que esto sea, un precedente tan relevante como peligroso para este deporte, habituado a que una vez que el árbitro pita, ya no hay remedio posible.
Si el Mundial de España 1982 nos regaló a un jeque anulando un gol de Francia contra Kuwait (no fue muy relevante, los galos ya se imponían 3-1), ahora tenemos un jaloneo político que ha terminado por cambiar la decisión más importante del año en el futbol africano.
Cinco años después de la tomada de pelo en la que cayó la afición mexicana, la ficción ha saltado a la realidad…, lástima que sin el Tri de por medio.
Twitter/albertolati