La impunidad es la base de la rentabilidad criminal. Solamente una adecuada procuración de justicia y remontar la ventaja que parecen tener los delincuentes aprovechando segmentos enteros del sistema penal acusatorio contribuirá a la paz y la seguridad que nos es indispensable a todos.
Necesitamos promover desde la ciudadanía reportes y aperturas de carpetas de investigación cada vez más eficientemente para enfrentar a delincuentes para quienes nada ha cambiado.
El crimen contra Norberto y muchos más exige una atención convergente antes que discrepante con la autoridad. Hay que avanzar en la detención de grupos criminales y en la la judicialización eficiente que imponga sentencias condenatorias duramente justas.
Se acelerará la recuperación de la confianza respecto de la autoridad si esa eficiencia se manifiesta en el corto plazo, como ocurrió con el combate al huachicoleo, cuando el gobierno federal demostró una disposición muscular relevante.
La asertividad federal y local en materia de seguridad pueden relanzarse.
Si se reactiva ahora, incluso apoyándose en el acuerdo que obliga al Estado Mexicano a agregar esfuerzo visible y medible a la casi inexistente vigilancia de la frontera sur con la activación a marchas forzadas de la Guardia Nacional hay un pronóstico positivo.
Las bandas delictivas de secuestradores, y en general de todo negocio criminal, operan con base en el incentivo que representan las debilidades de la autoridad y las complicidades de algunos de sus segmentos, además del lucro extremo.
Lo hacen también, y esto es muy importante, a partir de la ausencia de denuncia ciudadana de actividades ilegales e ilegítimas que, en parte, están asociadas con la enorme economía informal que ocupa a casi el 60 por ciento de la población nacional económicamente activa.
Si los secuestradores, muchos de ellos dedicados también al robo de vehículo, de autopartes, de transporte público, de negocio, a la extorsión y al fraude, así como al asalto de cuenta habientes, no son detenidos, como parte de organismos delictivos, tienen todo el incentivo para permanecer en las mismas zonas de comfort delincuencial.
Adaptan su modus operandi a víctimas y objetivos investigados y acechados durante semanas y que los dejan vulnerables mientras la comunidad se reorganiza y reasume su propia fuerza. Sin comunidad no hay seguridad. Sin cancelar la impunidad tampoco.
El crimen contra Norberto Ronquillo es una línea a partir de la cual la convergencia de eficiencia institucional y denuncia y de castigo de los responsables, es tema de interés político, de un lado, y de supervivencia comunitaria para todos aquellos en mayor situación de vulnerabilidad, del otro.
“Tengo la certeza de que va a resultar algo muy positivo de esto”, afirmó la mamá de Norberto, doña Norelia Hernández.
@guerrerochipres
LEG