Donald Trump ha entrado en campaña y, de acuerdo a los sondeos, lo hace en desventaja frente al demócrata Joe Biden, el ex vicepresidente que se perfila como probable contrincante del actual mandatario estadounidense. Con base en un sondeo publicado el lunes pasado por la cadena Fox News, la diferencia en las intenciones de voto en un escenario Biden-Trump es de 10 puntos (49-39).
El actual huésped de la Casa Blanca está dispuesto a mantenerse en el poder, y para ello ha abierto un frente a nivel interno con México como rehén. Trump necesita de su base electoral más radical para crecer en la contienda que arrancó oficialmente anoche en un acto masivo celebrado en el Amway Center de Orlando, Florida. La mejor plataforma para atizar el fuego del extremismo norteamericano ha sido revivir el tema migratorio, en el que nuestro país aparece como responsable del incremento de los flujos de indocumentados que llegan a la Unión Americana.
La estrategia chantajista de Trump ha generado una de las mayores crisis en la relación México-Estados Unidos. El golpe ha sido seco y las implicaciones de imponer aranceles progresivos a los productos de exportación mexicana serían devastadoras para nuestro país.
De acuerdo a un documento interno de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la aplicación de un arancel de 5% significaría para México un retroceso en su crecimiento económico de 0.88%, una caída en las exportaciones de entre 6 y 17.4% y una pérdida de al menos 950 mil empleos.
Un arancel de 10% representaría una caída del PIB de 2.2%, una reducción de las exportaciones de entre 15 y 44%, mientras que la pérdida de empleos ascendería a 2.4 millones de puestos de trabajo. En este escenario, Estados Unidos obtendría ingresos por alrededor de 642 mil millones de pesos, el equivalente a que en México el IVA hubiese sido incrementado a 27%.
Es muy probable que quienes, frente a los amagos de Donald Trump, se retuercen en discursos nacionalistas e interpretaciones legaloides sobre la estructura administrativa para atacar de raíz el fenómeno migratorio, desconozcan las verdaderas repercusiones que tendrían para la economía mexicana las amenazas que todos conocemos.
No cabe duda que, conforme avance el proceso electoral en Estados Unidos, resurgirán nuevos amagos en contra de nuestro país. Washington sabe del impacto político que su retórica tiene en este lado de su frontera y las consecuencias de los aranceles en la economía mexicana.
Al canciller Ebrard le tocó la difícil tarea de encabezar las negociaciones con el Gobierno estadounidense en uno de los contextos más complejos de la relación bilateral y desdoblar en México la estrategia para cumplir con lo acordado en Washington en materia migratoria. Menuda tarea. Ordenar la frontera con los países centroamericanos no sólo es uno de los compromisos adoptados con la administración Trump, sino uno de los mayores pendientes que tenemos como país.
Se agradece y celebra que, en esta negociación, hayan prevalecido el pragmatismo y la razón frente a los desactualizados discursos nacionalistas.
Segundo tercio. Preocupantes los comentarios hechos ayer por James McCormack, jefe de Calificaciones Soberanas de Fitch Ratings, quien advirtió que en dicha agencia no están “muy confiados” en que Andrés Manuel López Obrador pueda cambiar la situación en la que se encuentra nuestro país.
Tercer tercio. La crisis de seguridad en la Ciudad de México ha obligado a la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaun, a echar mano de uno de los funcionarios más completos en estos temas, Omar García Harfuch. No importa que venga del pasado, lo relevante es la experiencia que antecede al hoy titular de la Policía de Investigación y coordinador de Inteligencia.