Muchas han sido las críticas al Gobierno de México por los acuerdos suscritos recientemente en Washington a raíz de las amenazas del presidente Donald Trump. Los relacionados con los asuntos migratorios en la frontera sur son consecuencia del fracaso de las políticas públicas -federales y locales- y la ausencia del Estado en esa región en las últimas tres décadas.
Como es sabido, a cambio de no imponer aranceles a nuestros productos, México se comprometió a sellar los más de mil 100 kilómetros de franja con Guatemala y Belice, que han estado, históricamente, fuera de control de las autoridades migratorias y de seguridad. El paquete que hereda el nuevo Gobierno no es menor.
La frontera sur mexicana no puede ser considerada como un fenómeno abstracto. La movilidad que ahí se registra es observable desde fines del siglo XIX hasta la fecha, particularmente en el Soconusco, en donde se registra un importante flujo de trabajadores temporales que llegan para hacer labores en las plantaciones de café. Un momento definitorio en la zona fue el éxodo hacia nuestro país de miles de ciudadanos guatemaltecos que huyeron del conflicto armado en esa nación a principios de los años 80, para establecerse, muchos de forma permanente, en Chiapas, Tabasco y Campeche.
Sin embargo, en las últimas dos décadas, la vida en el Sur se ha visto marcada por la ola de migrantes centroamericanos que han usado nuestro territorio para llegar a Estados Unidos. La fácil movilidad, resultado de la actividad normal en esa región, pero también de la ausencia de las autoridades mexicanas, ha permitido un desmedido incremento del tráfico de personas, armas, drogas y otros productos como combustibles.
Recorrer la línea fronteriza de México con Guatemala y Belice permite corroborar el estado crítico en el que se encuentra. En comparación con el Norte, es difícil ubicar cifras oficiales en la zona sur. Se sabe que sólo existen 12 cruces oficiales. Sin embargo, los cálculos sobre los puntos informales varían: 68, de acuerdo a la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, aunque esa misma dependencia, en 2015, advertía la existencia de 704.
La del Sur es una frontera que carece, en muchos sitios, de la señalización mínima para determinar la franja divisoria. Las autoridades mexicanas han intentado establecer los límites a través de letreros o monolitos de concreto, más de mil 700, según información oficial.
La reciente andanada de Donald Trump vino a recordar a México los grandes pendientes en la frontera sur. Como todo Estado, tiene la obligación, hasta hoy desatendida, de reforzar su seguridad, cerrar el paso a las actividades ilícitas, establecer una política migratoria más estricta, atacar las constantes violaciones a los derechos humanos y acabar con el desorden que ahí impera. Es un problema de seguridad nacional y regional que nuestro país no ha logrado resolver.
Segundo tercio. Flaco favor le hace José Narro a su partido. No supo perder, ni en la contienda por la candidatura presidencial ni por la dirigencia del PRI.
Tercer tercio. Vienen ajustes en la organización de manejo de prensa del Gobierno federal. La tendencia es a centralizar.
LEG