Los gobernadores representan el término medio de la autoridad política del país. Son el puente entre el Ejecutivo federal y los municipios de su entidad federativa y, por ello, los responsables de fortalecer el federalismo. De ahí que su trabajo sea visto con mucho cuidado desde la perspectiva de la sociedad.
Anteriormente los gobernadores eran agentes burocráticos más parecidos a un virrey de la Colonia que a un funcionario público responsable que escucha las necesidades de la población y actúa en consecuencia.
Nunca se había puesto a los gobernadores a evaluación permanente como ahora sucede. Y es en esta etapa de la rendición de cuentas, de la transparencia obligada y de la guerra contra la corrupción por convicción, en la cual los gobernadores compiten involuntariamente, pero califican de acuerdo con la eficacia de su trabajo.
La pluralidad de partidos que tienen a un mandatario estatal a muestra de la diversidad de ideas que confluyen en el país, pero no sólo de ideas sino de culturas, tradiciones, necesidades, inquietudes y exigencias. Es partir de la manera en que responden los gobernadores a la sociedad como son evaluados sin piedad por los propios ciudadanos.
En cada entidad hay cálculos, aproximaciones, encuestas donde se consideran diferentes aspectos de la vida de los mandatarios estatales, desde la manera en que lleva la economía hasta su popularidad, incluso hay casos en los que algunos ciudadanos desconocen el nombre de su gobernador.
El escenario de los gobernadores no es su partido, desde que toman la responsabilidad, desde el primer día de su mandato gobiernan para todos, los colores se olvidan y las rencillas adoptadas en la campaña se convierten en tranquilidad social por el simple hecho de que hay unidad entre los mexicanos.
Son tiempos de unidad, el propio Presidente convoca a la armonía del país hasta con la guerrilla de la que fue acompañante en sus momentos más activos. En este escenario hay lugares, hay evaluación, hay calificación de la actuación de los gobernadores.
Algunos más cercanos al pueblo que otros, y algunos muy cercanos al Presidente, estos son los que tienen una mayor responsabilidad y no por estar cobijados bajo su protección crean que su sombra puede ocultar sus descalabros.
Mientras mayor es la cercanía con el Presidente mayor es la responsabilidad de trabajar bien, porque también es mayor el riesgo de que la población vea esta cercanía no como resguardo o consideración sino como complicidad de algunos actos que repercutan negativamente en la imagen del gobernador, y, por lo tanto, del propio Presidente de la República.
Mientras mayor es ese afecto público mayor es el tiempo de trabajo que debe tener frutos. No basta trabajar los fines de semana, hace falta que cada minuto sea la plataforma del inicio de un proyecto que beneficie a la población que muchas veces ha sido castigada por anteriores mandatarios que se burlaron del ejecutivo federal y ahora los dibujan como cómplices de todos los delitos de corrupción que puedan imaginarse.
La amistad, el reconocimiento público no puede convertirse en el pretexto para dejar de hacer o para hacer mal el trabajo. Es un aliciente que impulsa la calidad del trabajo, y para que el trabajo sea mejor planificado en beneficio de los mexicanos, sin importar el estado del que se trate.
Cuando un gobernador es evaluado por la población, esta deja a un lado el color del partido al que pertenece tanto el ciudadano como el mandatario, y lo califica sólo por su trabajo. Es decir, se trata de una evaluación que debe tomarse muy en cuenta.
Se ha llegado a la necesidad de que son los propios gobernadores quienes realizan estos estudios para verse en el espejo de las simpatías de los ciudadanos. Es así como sin importar el lugar que ocupen, todos deben trabajar bien, en armonía y con una visión de futuro, porque se gobierna no para el presente ni para el pasado sino para el destino de los hombres y mujeres que tienen siempre algo que decirle al mandatario.
Campaigns and Elections México, presentó un estudio realizado por la encuestadora Valera y Asociados, en el cual se revela el posicionamiento de los todos los gobernadores del país, donde se señala que en los primeros lugares están Mauricio Vila, de Yucatán (PAN); Claudia Pavlovich, de Sonora (PRI) y Francisco Domínguez, de Querétaro (PAN).
Y de atrás para adelante, es decir de los peores a los malos están el del Estado de México, Alfredo Del Mazo (PRI); de Nuevo León, Jaime Rodríguez (independiente); y de Baja California, Kiko Vega (PAN).
En esos grupos, entre los mejores y los peores no están los más cercanos al presidente de la República, es por ello por lo que tienen mucho camino por andar y mayores responsabilidades que asumir. PEGA Y CORRE. – Esperemos que la costumbre que se ha heredado del PRI de que los deportistas sean quienes encabecen las instituciones encargadas de impulsar el deporte o de encabezar un estado terminen. Ahora vemos que la tarea de Ana Gabriela Guevara no es muy clara ni transparente. Los deportistas deben practicar deporte y dedicar su vida a ello. La administración pública es para los administradores y los políticos. Cada quien su vocación…Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.
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TFA