Es muy probable que la mayoría de quienes tenemos el privilegio de ser invitados a opinar en las páginas de un diario estuviéramos listos para enviar nuestro material a redacción cerca de las seis de la tarde. Es muy posible que el tema de muchos —era el mío— fuera la renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda.
El asunto había sacudido desde las sobremesas hasta los mercados. Fueron horas de intensidad informativa y de comentarios asombrados, por lo que supone la separación del Gobierno de uno de los hombres más cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Pero después nos enteramos de que la FGR detuvo en la Ciudad de México a Juan Collado Mocelo, abogado de Carlos Romero Deschamps, con base en una orden de aprehensión por lavado de dinero y delincuencia organizada.
Fue un martes intenso, y lo que es indiscutible es que el Presidente sabe controlar la agenda.
¿De qué hablar ahora? ¿Qué impacta más en la transformación que implica acabar con la corrupción?
Es difícil pasar por alto los argumentos que presentó el ex funcionario para su dimisión: decisiones de políticas públicas sin el suficiente análisis e integrantes del gabinete habían influido en el nombramiento de funcionarios de la secretaría sin tener el perfil para ello.
La expresión del presidente Andrés Manuel López Obrador dejaba poco a la interpretación. Carlos Urzúa tuvo toda su confianza desde que lo acompañó como secretario de Finanzas en el Gobierno del Distrito Federal.
Ambos momentos, la carta de renuncia y el video del nombramiento, “echaron leña al fuego” en las redes sociales y en la opinión pública, que no se repone tan rápido como los mercados. Ni de manera tan volátil.
Y bastaron cinco minutos de rumor para que el nombre del abogado, amigo del ex presidente Enrique Peña Nieto, se volviera el trending topic número uno. Collado fue capturado en un restaurante de las Lomas de Chapultepec, durante un operativo de agentes de la Policía Federal Ministerial.
¡Qué martes! Era la opinión unánime por la tarde de un día que empezó con las acusaciones del ex gobernador Javier Duarte al ex presidente Peña de haberle proporcionado dinero para sobornar a miembros de su propio gabinete, en concreto a funcionarios de la entonces Procuraduría General de la República.
Insisto: hay un tema que recorre transversal a estas noticias que parecerían no estar muy relacionadas entre sí. Es la corrupción. En los señalamientos que hizo Urzúa en su carta de renuncia, en las promesas del Presidente de que habrá crecimiento económico en tanto se aplique la austeridad, en la “esperada” detención realizada por la FGR.
Aunque se bromeaba con la idea de una cortina de humo tras otra, lo cierto es que si en los tiempos del PRI se decía que la corrupción es el aceite que hace girar la maquinaria, ahora lo es la cruzada anticorrupción y sus contradicciones.
Me quedo con una pregunta, seria o no: ¿quién debería renunciar para que detengan a Enrique Peña Nieto?
@guerrerochipres