Fastidio, dolor e injusticia es lo que dicen sentir algunos paisanos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, luego de que el narcotraficante mexicano fue condenado el miércoles a cadena perpetua en Estados Unidos, acusado de traficar toneladas de drogas y de múltiples asesinatos.
En su natal estado Sinaloa, desde donde construyó uno de los más poderosos cárteles del narcotráfico, coterráneos de Guzmán recordaron, con fervor, cómo el hombre de 168 centímetros ayudó a muchas personas y hasta construyó plazas y pavimentó aceras.
“Es injusto porque debe estar aquí en México. No se lo deben llevar a Estados Unidos porque es un mexicano”, dijo Rafael Morales en una céntrica avenida de Culiacán, capital de Sinaloa.
“Ayudó mucho a su tierra, que es Sinaloa. A mucha gente ha ayudado, mucha gente lo quiere. Ha tenido sus cosas malas, pero para mí fue una buena persona”, agregó Morales.
A pesar de liderar una organización criminal con redes en casi todo el mundo y mandar a matar a decenas de personas, Guzmán es recordado como un Robin Hood en su natal Sinaloa. El miércoles, una corte de Brooklyn lo condenó a pasar el resto de sus días en prisión.
“Los mexicanos no queríamos que se le diera un castigo. No sé por qué el Gobierno decidió que allá (en Estados Unidos) se le castigara”, comentó Víctor Estrada. “A todo el mundo le duele lo que hacen los gabachos (estadounidenses) con los mexicanos. Él debería pagar sus culpas aquí en México, que es donde trabajó”.
Incluso quienes calificaron de “justa” la sentencia a Guzmán dijeron que no debió ser procesado en Estados Unidos, a donde fue extraditado en 2017 tras ser recapturado un año antes de escaparse, por segunda vez, de una cárcel de máxima seguridad mexicana.
“Es una sentencia justa. Sin embargo, México no lo juzgó (…) lo dejó pasar y es triste que una persona haga tanto daño a un país y tenga que ser juzgado en otro”, se lamentó Brianda López en Sinaloa, en cuyas montañas nació Guzmán hace 65 años.
En el oeste de Culiacán, en la capilla levantada en honor a Jesús Malverde, un bandido venerado como santo por los narcos, Miguel Soto evitó calificar la sentencia a “El Chapo”.
“Aquí está más fácil para fugarse que en Estados Unidos”, reconoció, rodeado de paredes repletas de peticiones a Malverde y una que otra escultura de “El Chapo”.
DAMG