¿Se acuerdan de lo fraterno que era todo por ahí del 1 de diciembre? Hagan de cuenta Woodstock, pero no jipi, sino de izquierdas.
El Presidente sonaba moderadísimo, para empezar. Un padre benevolente. Los teóricos de “No se va a dar un tiro en el pie” te veían con cara de “Toma tu Venezuela. ¿Oyes esos pasos? Son las oleadas de inversionistas extranjeros”. O: “Ayyyñ, mira cómo sonríe a cuadro. ¡Qué empatía! Me recuerda al Dalai Lama”. Pero no era sólo el Presidente. Eran, en sintonía con él, los muy variados integrantes de su equipo, los de siempre y los de la última hora –ultras, priistas de viejo cuño, evangelistas, hipsters, charros sindicales, artistas, intelectuales– intercambiando sonrisas, palmeándose las espaldas, el puño alzado. Chingao: era una familia viendo el futuro con las manos enlazadas.
Ya no.
¿Vieron lo de los últimos días? Renuncia Urzúa, y John Ackerman dice que qué bueno que se fue. Hernán Gómez entrevista –bien, por cierto– al propio Urzúa y le caen encima su amigo Gibrán Ramírez y, otra vez, Ackerman, que anda en plan de pelea de futbol llanero: receta un patadón aquí, un jalón de pelos allá y luego hasta un volado de derecha (todos metafóricos: es un hombre de paz): ya le reclamó a Yeidckol que le anda boicoteando la formación de cuadros. Eso sí, piropea a su esposa, Irma Eréndira, que a su vez agarró a tuitazos al monero Hernández por acusarla de autopromoción a expensas del erario. Hablando de Yeidckol, anda mal con Monreal, mientras Porfirio llama a frenar al gober Bonilla con lo de los cinco años y Poncho Romo le replica a Urzúa.
¿Qué pasa? Un poco que, como en todas las administraciones, hay grillas; otro no tan poco que en las estructuras sectarias los navajazos para escalar posiciones cerca del líder se ponen bravos; y un mucho que la 4T es un tutti frutti ideológico tal, que las cosas no pueden acabar de otra manera. Sobre todo pasa que estamos rumbo al desastre, con la economía en ruinas y la necedad de Pemex, la seguridad sin visos de mejora, la educación en manos de la CNTE que de todas formas no se aplaca y la salud en plan coopérense para las camas de hospital. Esto se traduce en una beligerancia presidencial cotidiana que va, sí, de escaleras para abajo. No hay ya muchas ocasiones para los ayyñs, no. Anda de malas el líder. Como insultante. Y todos con él.
Dice Juan Ignacio Zavala en su columna de El Financiero que estamos viendo más circo que pan. Así es. Y según el pan escasee, el circo se va a poner más medieval.