En 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río decretó la expropiación petrolera, dando paso a la nacionalización de edificios, refinerías, oleoductos, embarcaciones, maquinaria, estaciones de distribución y en general de todos los bienes muebles e inmuebles de las compañías y sus filiales, dedicadas a la extracción y procesamiento del petróleo y sus derivados en territorio nacional.
A la expropiación le antecedió la demanda de los obreros de las empresas petroleras, quienes buscaban, entre otros beneficios, tener un contrato colectivo de trabajo, una semana de 40 horas, el pago de salarios completos en caso de enfermedad y fondos suficientes para salarios y prestaciones. Todo fue rechazado, llegando así a un litigio que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió a favor de los trabajadores.
Los empresarios estadounidenses, propietarios de algunas de las empresas, retiraron sus fondos bancarios de México para provocar una crisis monetaria. El Gobierno norteamericano canceló un convenio anual que tenía con nuestro país para la compra de plata, todo para presionarlo y que cediera en sus intenciones de expropiar la industria petrolera.
Esta decisión del presidente Cárdenas comprometía al Estado mexicano a pagar en un plazo de 10 años a los dueños de las empresas expropiadas, algo que resultaba sumamente complicado, motivo por el cual el apoyo de los mexicanos fue importante. A partir del 23 de marzo se dieron, a lo largo del país, varias manifestaciones de personas de todas las clases sociales en apoyo a la expropiación petrolera. En todas ellas, la gente aportó, de manera voluntaria, recursos en dinero, joyas e incluso hubo quienes regalaron animales para ayudar a cubrir el pago de la indemnización a las compañías petroleras.
Al mismo tiempo, se emitieron bonos y se hicieron colectas en las que participaron todos los sectores de la población: la Iglesia católica, empresarios que estaban a favor y en contra de la administración del presidente Cárdenas, académicos, personas de todas las clases sociales; todos respaldaron ampliamente el esfuerzo por terminar con la hegemonía norteamericana en las empresas petroleras de México.
Actualmente, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, está acudiendo a todos nosotros para recuperar Pemex, para sanearlo después del saqueo del que fue objeto. La oposición, a diferencia de lo que sucedió en tiempos de Cárdenas, ha utilizado este llamado para lanzar críticas a la actual administración. Valdría la pena que reflexionaran sobre la importancia de mantener la unidad como país, si queremos sacar adelante éste y otros temas primordiales para el desarrollo de México.
Necesitamos comprometernos con Pemex y con el proyecto de transformación que encabeza el Presidente. Un amigo mío dice que “en los huevos con tocino, la gallina está involucrada y el cerdo está comprometido”. Hoy en día, todos los mexicanos necesitamos apoyar los proyectos que nos ayudarán a progresar como país; necesitamos comprometernos con México.
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