La balacera en un restaurante en la nueva Plaza Artz fue una llamada de atención sobre la crisis de inteligencia nacional y capitalina: ahora todos pueden decir que los cárteles israelíes estaban en el radar, pero lo cierto es que nadie se imaginaba su presencia.
La acción de seguridad implica, de manera muy importante, las labores de inteligencia. Y para acabar pronto, la inteligencia en su parte fundamental es espionaje. Pero el Gobierno morenista parece confundir el espionaje político que antes hacía el CISEN y más antes la temible Federal de Seguridad, con el espionaje de seguridad que suele ser más profundo y agresivo.
Como en los años ochenta en que el entonces DF era considerado el Berlín americano porque albergaba agencias de espionaje político de todas las partes del mundo, ahora hay evidencias de que en la capital de la República existe la presencia de todas las organizaciones criminales y delincuenciales internacionales.
Y lo grave estará en la capacidad de articulación con bandas y cárteles locales, toda vez que el crimen organizado ya es transnacional. Hasta ahora medio se sabe que los israelíes estaban pactando contrabando de droga y armas, y la asesina llegó representando a otro grupo.
Las labores deficientes de inteligencia de las organizaciones capitalinas y federales de seguridad se han olvidado de que los delincuentes se hacen pasar por gente normal. Pero lo más grave fue la comprobación en la realidad de que en esas oficinas de seguridad nacional no hay formas de identificar, localizar y espiar a delincuentes de bandas criminales.
La balacera en Plaza Artz fue un aviso de una guerra entre cárteles extranjeros, con la incorporación de grupos locales. Se trata de una nueva tarea para la Guardia Nacional, el desarticulado Centro de Inteligencia Nacional y la pasiva Secretaría de Gobernación.
Zona Zero
Las bandas violentas de huachicoleros serán la prueba de fuego no sólo de la Guardia Nacional, sino de las Policías locales. Las más agresivas están en Puebla y Guanajuato; las autoridades saben quiénes son. Hay carpetas de investigación muy completas y sólo falta la decisión de lanzarse contra ellos, pero el temor oficial radica en la capacidad de sabotaje de ductos de Pemex.