La historia de brutalidad que vivió Nadia Murad como sobreviviente de la esclavitud sexual y trata de personas en Irak, a pesar de recibir el Premio Nobel de la Paz en 2018 por su lucha en contra de este delito, desgraciadamente simboliza un caso más de los múltiples que siguen ocurriendo en el mundo.
El Protocolo para Prevenir, Reprimir y Sancionar la Trata de Personas, especialmente Mujeres y Niños, ratificado por México en 2003, define este crimen como el hecho de captar, transportar, trasladar o recibir personas, mediante amenazas, coacción, rapto, fraude, engaño, abuso de poder, pagos o beneficios para lograr el consentimiento, con fines de explotación, incluyendo la prostitución, los trabajos forzados, la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
Cada 30 de julio, en el Día Mundial contra la Trata de Personas, tomamos conciencia de la crueldad de este ilícito, de la importancia de salvaguardar los derechos de las víctimas y de la necesidad de prevenir y combatir su comisión.
Cifras del Informe Mundial sobre la Trata de Personas 2018, de la Oficina de las Naciones Unidas en contra de la Droga y el Delito, indican que, a nivel mundial, la explotación sexual sigue siendo el delito más frecuente (59%), y las mujeres y niñas representan 70% de las víctimas totales de trata.
Nuestro país y nuestra ciudad no escapan a esta bestial forma de explotación. México es considerado como un país de origen, tránsito y destino de víctimas de trata de personas.
En la Ciudad de México, de acuerdo al reporte Información sobre violencia contra las mujeres 2018, elaborado por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, de enero a diciembre de ese año, la capital ocupó el primer lugar a nivel nacional en la incidencia del delito de trata de personas en agravio de mujeres (92 víctimas), correspondiente a 23.35% del total de casos en la nación (394).
El mismo informe actualizado de enero a mayo de 2019 revela que la urbe se mantiene en el primer sitio respecto de la trata de personas contra mujeres (44 víctimas), equivalente a 31.65% del total de registros en ese periodo (139).
El derecho a saber puede ayudar a sanar la dolorosa realidad que encarna la trata de personas. La lucha contra este delito debe basarse en información estratégica, como estadísticas, tipos de incidencia, organizaciones criminales, modus operandi, grupos afectados, redes de corrupción y demás datos relevantes, sistematizados, verificables y oportunos, que permitan la investigación y análisis para dimensionar el problema y evitar su impunidad.
La información es un insumo primordial para la toma de decisiones de las autoridades con el fin de afrontar este tema, considerando mecanismos de coordinación y comunicación en los distintos niveles de Gobierno, para dar tiros de precisión en sus acciones de justicia.
Elie Wiesel, escritor rumano, superviviente de los campos de concentración nazis, decía que “ante las atrocidades tenemos que tomar partido”, porque “el silencio estimula al verdugo”.
La trata de personas lastima a las sociedades. No podemos ser ajenos ante atentados contra la dignidad no sólo porque no estamos exentos de ellos, sino porque nuestra indiferencia negaría nuestra propia humanidad que no podemos perder.