Se gasta adelante, se escatima atrás, solía pensar Santiago Bernabéu, arquitecto del primer gran club de la historia, el Real Madrid ganador de las primeras cinco Copas de Clubes Campeones de Europa (1956-1960).
Una visión similar a la que tuvo dos años antes la hermosa Hungría del cuarteto Puskas-Kocsis-Czibor-Hidegkuti y dos después tendría la inolvidable Brasil de Pelé-Garrincha-Zagallo-Didí-Vavá (por si faltara, su mejor zaguero, Nilton Santos, era más célebre por atacar que por defender).
No es casual que a lo largo de 117 años de traspasos de futbolistas, el récord del jugador más caro de la historia haya pertenecido siempre a los de adelante: en ocasiones hombres de desequilibro por la banda, en otras mediocampistas clarividentes y creativos, las más de las veces goleadores que garantizaran alta cosecha, pero nunca, jamás de los jamases, el fichaje más costoso fue a cambio de defensores o porteros.
Noción un tanto ingrata, sí, mas entendible bajo el paradigma de que los de atrás son capaces de ganar campeonatos, más los de ataque de llenar estadios y posibilitar otro nivel de ingresos (por ejemplo, el Barcelona se aventuró a erigir el inmenso Camp Nou por la fiebre que existía por observar a Ladislao Kubala).
Fenómeno que pudo resquebrajarse a fines de los años ochenta, cuando el Milán de Arrigo Sacchi consumó una de las mayores revoluciones del futbol. Sin embargo, su línea defensiva estaba conformada por Paolo Maldini, Franco Baresi, Alessandro Costacurta y Mauro Tassoti, todos surgidos de la institución o llegados muy jóvenes a la misma. De tal forma que Berlusconi gastó –y mucho– en elementos de fantasía y ataque.
Así seguiría el futbol por un buen rato hasta la más reciente tendencia: que los millones últimamente se ponen a cambio de defensores centrales, porteros e incluso laterales. En una de sus excusas disfrazadas de peroratas en el United, José Mourinho insistía que el City compraba a Pep Guardiola defensas a precio de delanteros. Una frase con no más de dos años de antigüedad, pero que hoy tiene menos sentido: los defensas ya cuestan tanto o más que los delanteros.
A cambio de 89 millones de dólares, el Liverpool encontró en Virgil van Dijk la piedra angular de un proyecto campeón de Europa. Año y medio después, ya es común acercarse a ese monto (Aymeric Laporte al City, Lucas Hernández al Bayern, Matthijs De Ligt a la Juventus) o, incluso, superarlo: se ha anunciado que Harry Maguire, ni por asomo el mejor central de su generación, va al United por casi cien millones de dólares.
Alto, con personalidad, muy constante en su rendimiento, aunque ajeno al linaje de Ramos, Cannavaro, Roberto Carlos, Maldini, Koeman, Passarela, Bobby Moore, por no decir Matthaeus o Beckenbauer (dos jugadores que terminaron en la retaguardia tras comenzar en ataque). Queda la sensación de que el momento, más que su calidad, le han permitido ser quien eleve el récord de zaguero más caro de todos los tiempos.
¿Quién sigue? ¿Qué defensa por encima de los cien millones? Destrozada la visión de Bernabéu (y por algo se habrá destrozado), en esta dimensión desconocida es imposible predecirlo. ¿O alguien habría mencionado como candidatos a Maguire, De Ligt, Lucas, hace unos meses?
Twitter/albertolati