Ante la amenaza de que investigaciones adicionales dañen aún más al inner circle del grupo político desplazado en 2018, se desplegó el intento de una maniobra destructiva y de contención. Como maniobra no fue fake.

Acudieron ahora a la despensa de la casa presidencial.

El chorizo y su prima, la longaniza, pasaron a ser protagonistas de la estratagema efímera de quienes favorecen a aquel grupo político que fue el legendario y ahora abatido chorizo power, cuyo líder visible provenía de Toluca.

Los gustos gastronómicos de “la sangre azul” del PAN también fueron aludidos desde la tribuna presidencial, luego de que uno de los correligionarios de ese partido, alguna vez fuente de un discurso democrático y de oposición innovador, estimó fácil pergeñar un nuevo episodio de fake news.

Ambos embutidos fueron citados por el presidente Andrés Manuel López Obrador ante el embuste de una presunta compra con moche redoblado en la despensa de Palacio. Con la frescura que lo caracteriza, se limitó a decir en la mañanera de ayer que es falso porque ni come chorizo.

Un día antes, dolosamente, el senador blanquiazul Julen Rementería del Puerto, presidente de la Comisión de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias, promovió la falsedad.

Si el senador se hubiera tomado la molestia de confirmar los datos, sabría -no le interesaba saber- que la lista en cuestión fue elaborada en la administración de Enrique Peña Nieto.

El senador del sugerente apellido, Rementería –acusado de otorgar contratos millonarios a favor del ex dirigente del PAN en Veracruz, José de Jesús Mancha, mientras estuvo al frente de la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas-, dio a conocer la presunta lista de adquisiciones del gobierno de AMLO bajo el mensaje: “¡Esta despensa no la tiene ni Obama!”.

Detonó con ello el intento de linchamiento de panistas y priistas contra AMLO en redes sociales con el hashtag #LonganizaGate.

En contraste, hay señales de corrupción que no son imaginarias, sino contundentes y directas.

Por ejemplo, la Estafa Maestra, por la cual ahora la autoridad federal investiga a la ex titular de la Sedesol, Rosario Robles, y que se sabe, por investigaciones periodísticas bien documentadas, implicó el desvío de más de 400 millones de dólares a través de una red que involucró a 11 dependencias de Gobierno, ocho universidades y diversas empresas privadas.

Corrupción e impunidad se volvieron una práctica tan cotidiana que el ex presidente Peña Nieto incluso definió a la primera como parte de la cultura del mexicano, en una de sus tantas declaraciones polémicas.

Si la cultura es todo aquello que toca el poder transformador de la inteligencia humana y la capacidad de cambiar para bien lo que existe, es totalmente posible pensar que estamos en el momento de una evolución cultural que nos permitirá superar el lastre de ejercer la política en “lo oscurito”. Y ya ahí, que cada quien coma lo que prefiera.

@guerrerochipres