En días recientes, un artículo de Jesús Silva-Herzog Márquez mereció un tuit de Sabina Berman, dueña de una llamativa fe en este régimen, en que aseguraba que la 4T tiene un “plan”, y lo (nos) conminaba a leerlo “al menos una vez” antes de acusar al Presidente de puras “ocurrencias”. Al margen de que no es necesario desearle semejante castigo a nadie, es imposible pasar por alto que sí, nuestro Presidente es una fuente de ocurrencias, cada vez más predecibles.
A su vez, Juan Ignacio Zavala anticipó que en la mañanera posterior al “longaniza gate”, el mandatario haría chistes sobre eso, longanizas. Casi: habló de chorizos y butifarras. Se lo celebraron, claro. Pero los hechos quedan: en un documento oficial, el Gobierno estaba listo para gastar 16 mil pesos por kilo de longaniza. Sus aplaudidores lo trataron de colar como fake news; la verdad es que la compra estaba programada. También intentaron echarle la culpa a la administración anterior, con herida autoinfligida: en ese caso, estamos ante una administración incapaz de hacer una lista de súper. Lo de la butifarra no alcanza, pues, para distraernos de que una de dos: o transa o incompetencia.
Si lo de la longaniza es la ocurrencia más estridente, la más deshonesta es la de Ebrard con el asesino de El Paso. ¿De veras nos quieren hacer creer que la acusación va a proceder, que vamos a participar de las investigaciones, que nos lo van a mandar, amarrado y extraditado, para que lo procesen nuestras intachables, eficaces autoridades? La verdad, la pura verdad, es que tenemos una administración incapaz de levantarle la voz al energúmeno del Norte, ése que nos insulta tuit a tuit, mitin a mitin, y mejor hacer ruido antes de que lo recordemos.
¿Por qué seguimos con las ocurrencias? Porque funcionan. Porque la popularidad del Presidente no termina de caer. Porque es un experto en predicar para los conversos. Pero cada vez son más los hechos de los que no conviene hablar en las mañaneras.
Por ejemplo, que no entramos en recesión por un misérrimo 0.1%. Que la recaudación bajó varios escalones. Que la inversión no ha hecho más que contraerse en los últimos meses, porque el Gobierno no suelta dinero, pero sobre todo porque los empresarios no le tienen confianza. Que no hay lana, pues, ni empleos, ni perspectivas de que eso mejore.
Si quieren redondear la quincena, empiecen a apostar a la ocurrencia de la mañanera siguiente: butifarra de Jalpa, beis, a qué le va a aplicar lo de los otros datos…