Sentada bajo un olivo en la Cisjordania ocupada por Israel, Muftia Tlaib se burla de la atención que recibió recientemente del presidente de los Estados Unidos.
“Que Dios lo arruine”, dijo.
Tlaib es la abuela de la congresista estadounidense Rashida Tlaib, en el centro de una polémica que ha unido a Donald Trump y al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu contra los demócratas estadounidenses.
Cediendo a la presión de Trump, Israel prohibió el jueves una visita de Rashida Tlaib y su colega demócrata Ilhan Omar a Palestina, la que inicialmente había dicho que permitiría.
Al día siguiente, Israel dijo que dejaría que Tlaib visitara a su familia en Cisjordania por razones humanitarias, pero Tlaib rechazó la oferta y dijo que Israel había impuesto restricciones destinadas a humillarla.
El viernes por la noche, Trump tuiteó: “La representante Tlaib escribió una carta a funcionarios israelíes porque deseaba desesperadamente visitar a su abuela. El permiso fue rápidamente otorgado, pero Tlaib rechazó la aprobación de manera desagradable, una completa trampa. La única real ganadora aquí es la abuela de Tlaib ¡No tendrá que verla ahora!”.
Muftia Tlaib, de noventa años, sentada en su jardín en el pueblo de Beit Ur Al-Fauqa, no está impresionada. “Trump me dice que debería estar feliz de que Rashida no venga”, dijo. “Que Dios lo arruine”.
Su hijo, el tío de Rashida, Bassam Tlaib, dijo que las mujeres no se habían visto desde 2006: “Iba a matar una oveja cuando Rashida llegara y preparar su comida favorita: hojas de parra”.
Bassam Tlaib explicó que “Rashida ve a su abuela como una segunda madre, siempre la ha apoyado. Rashida dice que le debe su éxito a su abuela”.
Tlaib no informó de las condiciones para su visita. Los medios israelíes reportaron que había aceptado no promover boicots contra Israel como parte de su solicitud al Ministerio de Relaciones Exteriores.
jhs