En una telenovela al más puro estilo de Epigmenio Ibarra la 4T nos deleitó la semana pasada con una historia de amor, traición y venganza.
Con tres días de diferencia el gobierno federal logró la captura de dos de los artífices del denominado “complot” en contra de Andrés Manuel López Obrador: Rosario Robles y Carlos Ahumada.
A María del Rosario, ex amiga de López Obrador, la acusan de uso indebido del ejercicio público ante el presunto desvío de 5 mil millones de pesos a empresas fantasma a través de universidades y por ello fue detenida y trasladada a un penal femenil.
Carlos Ahumada, ex pareja de Robles, fue detenido por autoridades de Argentina en cumplimiento de una orden de captura del gobierno mexicano ante una investigación de 2016 que fue retomada por la actual administración por el delito de evasión fiscal.
Pero como toda mala historia con tal de obtener mayor popularidad, se pasaron por alto preceptos legales para sostener la trama original, la del combate a la corrupción.
Previo al giro inesperado de la aprehensión del ex novio de María del Rosario, nos enteramos que el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, quien dictó la prisión preventiva en contra de la ex secretaria de Desarrollo Social y ex jefa de gobierno, es sobrino de Dolores Padierna, sí la esposa de René Bejarano a quien Ahumada grabó recibiendo fajos de dinero que eran presuntamente para López Obrador y por lo cual René tuvo que pasar un año en la cárcel.
Al margen de los delitos que pudieron haber cometido los acusados y por tanto deben ser castigados, la Cuarta Transformación podría victimizar a María del Rosario Robles al convertirla en la presa política del sexenio, en un proceso que tiene más pinta de venganza y pago de facturas pasadas, que de combate a la corrupción.
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Y en Pregunta Sin Ofensa:
¿A quién le conviene que la manifestación de mujeres contra la violencia se recuerde por los actos vandálicos y agresiones y no por la legítima demanda de mayor seguridad en la Ciudad?