El Banco de México acaba de bajar, por primera vez en cinco años, la tasa de interés interbancaria. Esta medida busca impulsar la economía. Es cierto. Pero se procede así, entre otros motivos, porque hoy se requiere mayor solidez, los inversionistas manifiestan mayor incertidumbre.
En este contexto, me pareció interesante revisar qué piensan los empresarios, aprovechando que el INEGI acaba de publicar el Indicador de Confianza Empresarial con los resultados de julio. El Instituto de Estadística consulta a casi 3500 negocios cómo perciben el panorama económico de su organización, del país y la conveniencia de invertir en este momento.
¿Por qué es importante la voz de los empresarios? Porque ellos, desde los más pequeños hasta quienes tienen miles de empleados, son el principal motor de nuestra economía. No es el gobierno quien genera la riqueza, sino ellos. Si lo duda, compare el tamaño del Producto Interno Bruto contra el Presupuesto de Egresos de la Federación ─que son recursos aportados por los contribuyentes, además.
El Indicador de Confianza por sector señala que los constructores acumulan 72 meses pesimistas, sopesando que no es buen momento para invertir. Los líderes de las organizaciones dedicadas a los servicios y a las manufacturas se muestran más optimistas que los constructores, pero todos, al menos desde el pasado diciembre, han disminuido su nivel de confianza para invertir en México.
¿Qué responden cuando les preguntan cómo ven la situación económica actual del país comparada con la de hace doce meses? En resumidas cuentas, advertimos una visión pesimista y similar a lo que opinaban hace un año.
A la pregunta, ¿cómo considera usted que será la situación económica del país dentro de un año? Ahí apuntaría que, salvo los empresarios dedicados a la manufactura, los constructores y los del sector servicios están más optimistas. También se entiende, siempre queremos que nos vaya mejor. Por eso sostienen una buena imagen sobre lo que acontecerá con su empresa en el siguiente año, pero es una percepción que evoluciona —hasta ahora—con una tendencia a la baja.
Si comparamos el Indicador de Confianza Empresarial respecto al mes pasado, hoy es más negativa. Lo mismo, si se compara con el año anterior. Conviene ponerle atención a esta impresión, porque en buena medida de ello depende la inversión, el crecimiento económico y las alianzas para hacer un mejor país.
Algunas visiones, en mi opinión poco profundas e ideologizadas, consideran que facilitar las oportunidades de negocio a los empresarios implica venderse, regalar el país, significa haber sido maiceados, pactar con la mafia oligárquica, propiciar el enriquecimiento de algunos, es decir la desigualdad derivada de robarles a los pobres para que unos pocos se queden con los recursos del pueblo. Terrible y empobrecedora equivocación.
Los buenos negociantes saben que los mejores pactos no suman cero. Por el contrario, en los buenos “bisnes” hay beneficios para todas las partes; crecen los empleados, los patrones, la economía, el país, y hasta la reputación de los políticos que propician este desarrollo.