Alejandro Moreno Alito tomó protesta como presidente nacional del PRI de la mano de Carolina Viggiano y bajo la promesa de que con su dirigencia se acabó el partido de cúpulas y de la “nomenclatura”, mensaje enviado a los militantes que en las elecciones de 2018 resultaron excluidos en la designación de candidaturas, y que posteriormente generó un importante éxodo con destino al partido gobernante.
El discurso del ex gobernador de Campeche no exentó de señalamientos al partido del presidente López Obrador: fustigó la decisión de eliminar subsidios a estancias infantiles, el deterioro de la relación con las organizaciones campesinas derivado del retraso en la entrega de fertilizantes, entre otros actos cuestionables; y aunque una estrategia legítima de la oposición es la denuncia de los errores, omisiones o tropiezos del partido gobernante, el PRI deberá empezar por recuperar la credibilidad y confianza de los ciudadanos.
Los simpatizantes y adeptos de Morena sólo deben esgrimir una respuesta para desarmar al tricolor: enumerar los casos de corrupción y algunas figuras a las que se les ha comprobado sobradamente un enriquecimiento inexplicable bajo el cobijo del partido.
Ante un pasado reciente de ex gobernadores presos o prófugos, y de acusaciones contra figuras de primer nivel en el sexenio de Enrique Peña Nieto, los ciudadanos y las “benditas redes” califican como revanchismo u oportunismo político y electoral cualquier denuncia presentada desde el PRI.
Alejandro Moreno deberá enfrentar la mayor crisis que ha padecido el tricolor, pues sin confianza de sus militantes y con una credibilidad prácticamente nula entre el electorado, los argumentos deberán estar sustentados en medidas y hechos.
¿Pero existen argumentos que puedan recuperar cierta confianza en ese partido? Tal vez sí. Para empezar, es el único partido que ha expulsado a los integrantes señalados de corrupción, además de que en el periodo de gobierno de Peña se procesó a varios de los gobernadores emergidos desde el PRI; es decir, al tricolor del sexenio pasado se le debe reconocer el no haber titubeado para acusar y/o encarcelar a Javier Duarte, César Duarte o Roberto Borge.
Aunque aún continúan investigaciones contra los desvíos detectados en Pemex, de Emilio Lozoya Austin, o la Sedesol y Sedatu de Rosario Robles, el PRI cuenta con algunas cartas que deberá abanicar para mitigar la desconfianza de la ciudadanía.
Y el caso de Robles continúa…
La investigación que se le sigue a Rosario Robles genera dudas en más de un analista mexicano y algunas autoridades argentinas, pues para muchos no es coincidencia que la acusación contra el abogado Juan Collado antecediera al procedimiento contra la ex perredista.
Robles Berlanga permanece detenida en Santa Martha Acatitla por orden del juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna, sobrino político de uno de los mayores afectados por los videoescándalos de 2004, a pesar de que las acusaciones que pesan en su contra no son consideradas graves.
Horas después, la Fiscalía anuncia la aprehensión del empresario Carlos Ahumada, quien logra su libertad luego de que se le acusa del delito de defraudación fiscal, el cual no es considerado grave, y contrario a lo que sucede en México, podrá seguir en libertad, aunque se le prohibió salir de Buenos Aires.