Si fuera fácil jugar en un grande, tendríamos a tres mexicanos por temporada inscritos en los mejores planteles de Europa y no sólo a tres pero en toda la historia (Hugo Sánchez con Real Madrid, Rafael Márquez con Barcelona y Javier Hernández tanto con los merengues como, antes y brillando mucho en mayor medida, en Manchester United).
Héctor Miguel Herrera ha llegado al Atlético de Madrid cuando, sin duda, los colchoneros están consolidados como uno de los principales diez trabucos del planeta. Lo ha hecho de manera idónea para su causa: bajo pedido y gusto directo del director técnico que habrá de utilizarlo, tras terminar contrato lo que le permite condiciones económicas muy favorables, después de una etapa exitosísima incluso como capitán del Oporto y luego de un verano en el que no encontró distracción alguna (recordemos que renunció a la Copa Oro, con lo que su proceso de descanso y pretemporada fue óptimo).
Sin embargo, de entrada no ha figurado en las alineaciones de Diego Simeone; ni siquiera ha emergido como relevo. Algo que, sin desconfiar en lo más mínimo de la capacidad del mundialista mexicano y recalcando que son apenas dos cotejos, era esperable.
El nivel de competencia de esos equipos y la gama de opciones de la que dispone un entrenador a ese nivel, hacen complicado que quien llega sea convertido de inmediato en estelar. Más pronto que tarde recibirá oportunidad de mostrarse; lo que entonces no podrá permitirse será fallar.
Por retomar los tres ejemplos arriba mencionados, tanto Hugo, como Rafa y Chicharito tuvieron que consumar demasiados méritos para ver su nombre en las alineaciones. Más todavía, para mantenerse como inicialistas. Precisamente lo que ha faltado a la de por sí escasa lista de mexicanos emigrados a las tres mayores ligas del planeta: regularidad, excelencia permanente, no relajación, continuidad a salvo de lesiones, resistir la competencia interna en una nómina que a menudo cuenta con seis figuras por línea (por detallar el caso del Atlético: Thomas, Koke, Saúl, Lemar, Llorente, más el propio Herrera).
Sin embargo, si los colchoneros lo han firmado es porque conocen sus alcances. Hombre de retos, Héctor habrá sabido que sencillo no podía resultar. Los minutos llegarán conforme el calendario se abulte y, sobre todo, conforme se lo gane entrenando: intensidad, aprendizaje, adaptación, disposición, todas ya exhibidas en el Oporto…, donde la competencia era menor.
Los niños suelen soñar con estar donde él está. Lo que la mayoría no se imagina es lo complicado del siguiente paso. Herrera tendrá que darlo. Esto recién ha empezado.
Twitter/albertolati