Después de tres años de haberse presentado de forma oficial, la serie fotográfica La casa que sangra se mantiene vigente al retratar un sentimiento inherente al ser humano: el dolor. Por medio de fotografías, Yael Martínez captura el pesar de la ausencia, la duda y la incertidumbre de cuándo un ser querido es asesinado o desaparece. La serie busca ser un punto de partida para la reflexión sobre el panorama de violencia que encierra a México y un testigo de lo sufrido por el fotógrafo.
El oriundo de Guerrero obtuvo el segundo lugar en la categoría Proyecto a Largo Plazo con la serie, en el certamen internacional World Press Photo 2018. La idea le surgió por la ausencia emanada de dos de sus cuñados: uno desaparecido y otro asesinado.
Expresiones que demuestran vacíos y desolación, minuciosos detalles en las fotografías como la composición, encuadres y detalles, un machete ensangrentado y paredes deterioradas, son algunos de los elementos que componen la narrativa visual de La casa que sangra y hoy llegan a impreso.
“Lo importante para mí es que pudiéramos escuchar las voces de los demás. Ser canal a través del papel y la fotografía para darle voz a aquellos que quieren ser escuchados”, mencionó Martínez. La fotografía más difícil que realizó, fue la de su hija sentada simbolizando un fantasma, al ser una manera de darle imagen al miedo por la ausencia desde su perspectiva de infante.
Diego Lizarazo, fungió como presentador de libro y resaltó el esfuerzo de los simbolismos logrados por el fotógrafo, al dejar plasmada entre sombras y colores lúgubres, el pesar de la incertidumbre. La casa que sangra fue publicado por la editorial peruana KWY, cuenta con 72 fotografías de diferentes tamaños y poemas de Musuk Nolte.
LEG