Los pronósticos que hacen los expertos en economía que consulta el Banco de México, y otros tantos participantes de los mercados financieros, podrían ser muy útiles para echar por tierra los “otros datos” del primer-tercer informe de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo, está demostrado que para una mayoría de la población no hay problema en que convivan dos realidades. Una, la de los datos económicos de las mismas fuentes gubernamentales, que muestran un deterioro económico. Y otra, la de los otros datos presidenciales, que aseguran que vamos requetebién.
Es, pues, un ejercicio un tanto inútil tratar de carear las dos realidades que conviven de manera paralela en estos tiempos.
Pero, la utilidad de los datos que arroja la encuesta del Banco de México entre expertos en economía radica en la necesidad de que, aunque el discurso despegue del piso para atemperar a la feligresía de la 4T, la planeación económica no se puede dar el lujo de basar sus estimaciones la complacencia económica del discurso presidencial.
El mensaje habla de muy buenos resultados, porque hoy, nos dice el presidente, no es importante la obsesión neoliberal del dato del crecimiento económico, sino que hoy hay desarrollo. Se mantiene como un enigma cómo puede dar un buen resultado la ecuación de desarrollo sin crecimiento. Pero en la retórica funciona.
Los datos duros de la economía hablan de un crecimiento cero en lo que va del año, que se refleja en menos creación de empleos, menos ventas al menudeo, menos inflación por efectos de demanda, y en menos recaudación.
Porque a la par que la economía no crece, baja la recaudación de impuestos. Los ingresos presupuestales del gobierno federal se redujeron 2.7%, en términos reales, entre enero y julio de este año, en comparación con el mismo lapso del año pasado. Eso es menos dinero para gastar. Aunque la realidad es que siguen los problemas con el ejercicio del gasto público.
El punto es que las expectativas pesimistas, esas que no coinciden con el discurso, tienen que ser la base para elaborar el paquete económico del próximo año.
Por ejemplo, en la encuesta entre especialistas del Banxico, la expectativa de crecimiento del Producto Interno Bruto para el 2020 está ya en 1.4%. Si los cálculos macroeconómicos que se usan de base para estimar los ingresos se alejan de la realidad, van a fallar las cuentas y por lo tanto las buenas intenciones de mantener las finanzas públicas sanas.
La danza de los otros datos debe terminar en la frontera donde es necesaria una enorme dosis de realidad para planear el futuro económico. Así que el paquete presupuestal que debe entregar el gobierno federal, por conducto de la Secretaría de Hacienda, debe ser antagónico del discurso presidencial.
La siguiente parada de alivio o mayor deterioro de la desconfianza será precisamente el paquete económico. El tono del discurso presidencial del Informe estaba descontado. Lo que cuenta en que, en el paralelismo de las realidades, hagan cálculos con base en la cruda realidad económica de hoy.