“Desconocer nuestras raíces, separarnos de ellas,
constituye el gesto suicida de un idiota”
François Mitterrand.
México es conocido a nivel mundial por ser un país multicultural lleno de tradiciones, cultura y gastronomía, misma que ha sido heredada, en su mayoría, por nuestros pueblos indígenas. Este sector de la población juega un papel muy importante en el México moderno, no obstante, eso no los ha exentado de ser el segundo grupo vulnerable más discriminado en el país, de acuerdo a datos del INEGI.
Pese a que se han hecho innumerables esfuerzos por hacer valer a los indígenas sus derechos y libertades, éstos no han logrado ejercerlos plenamente, lo que ha provocado que algunos pueblos y lenguas estén en un inminente peligro de extinguirse.
Los datos son alarmantes, pero existe otro grupo que no sólo ha sido relegado como los indígenas, sino que fue borrado de la historia mexicana a tal grado que la sociedad ni siquiera lo concibe como parte de su identidad; me refiero a los afromexicanos, que, como su nombre lo indica, son los descendientes de africanos que llegaron a la Nueva España -en su mayoría como esclavos- traídos por los españoles.
Estos pueblos se ubican principalmente en Veracruz, Guerrero, Estado de México, Oaxaca y Ciudad de México, y en el censo de 2015 se registró a un aproximado de 1.4 millones de personas que se identifican como afromexicanos y que han sufrido tanto discriminación como falta de oportunidades, leyes y derechos.
Para subsanar ese rezago, el Congreso de la Unión aprobó recientemente una reforma al apartado C del artículo 2 de la Constitución Política, que reconoce a los pueblos y comunidades afromexicanas como parte de la composición pluricultural de la nación y garantiza su libre determinación, autonomía, desarrollo e inclusión social.
Por otra parte, en los próximos días, el Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino) abordará en su Reunión de la Comisión de Pueblos Indígenas y Etnias, a realizarse en Panamá, temas de gran relevancia enfocados a estos dos grupos sociales, principalmente en materia de salud, educación, leyes y servicios públicos.
La delegación mexicana que asistirá al evento, de la que formo parte, ahora tendrá una participación muy favorable sobre el tema, pues la reforma ya es derecho vigente y se encuentra consagrado en nuestra Carta Magna. La posición mexicana abonará por la progresividad de los derechos humanos y en favor de la inclusión.