El pasado 30 de agosto la renuncia de un alto funcionario de la Secretaría del Medio Ambiente (Semarnat) sacudió la estructura de esta dependencia y evidenció que un supersubsecretario es el encargado de ejecutar una purga sólo vista en las dictaduras.
Se trata de la renuncia de Luis Vera Morales, quien ocupó la dirección ejecutiva de la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA), órgano desconcentrado de la Semarnat. La misma instancia que emitió el pasado 12 de agosto una autorización condicionada para la construcción de la Refinería Dos Bocas.
Pese a que Vera Morales reconoció que la autorización de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) de esta refinería había sido bajo presiones “para que saliera todo rápido”, esto no fue el motivo de su renuncia, según me confirman fuentes que están en el proyecto de Dos Bocas y de la propia Semarnat.
El ex titular de la ASEA, desde junio pasado tras la renuncia de Josefa González Blanco a la Semarnat, fue objeto de otras presiones, pero desde adentro de la misma dependencia justo con la llegada de Víctor Manuel Toledo Manzur, como nuevo secretario. De quien por cierto en dicha secretaría no saben qué papel juega; simplemente no lo ven llevando la política ambiental del país, y por eso ante esos vacíos administrativos se posicionó como el mandamás Julio Trujillo Segura, subsecretario de Fomento y Normatividad Ambiental.
De acuerdo a fuentes consultadas, Trujillo Segura –quien también llegó a la Semarnat con el equipo de Josefa González Blanco- se convirtió, ante las ausencias de Toledo, en el supersubsecretario y en verdugo.
A Julio Trujillo no le importó el trabajo ni trayectorias profesionales de varios directivos, simplemente se puso a presionar, amenazar y exigir renuncias. En un principio se barajó que la renuncia de Vera Morales fue a petición del Presidente, pero pronto se supo que esto no fue así, hasta el propio López Obrador aclaró que él no la había solicitado (pese a que ese nombramiento es presidencial, por lo que un subsecretario no puede pedirla). Todo se orquestó al interior de la Semarnat por el subsecretario Trujillo, con la anuencia de Toledo.
Si alguien era capaz de conjugar los proyectos de la 4T y de Dos Bocas era Luis Vera, así lo reconocieron investigadores y también Rocío Nahle, secretaria de Energía, y el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, con quienes en un principio tuvo fricciones, pero aceptaron que sus habilidades permitirían llevar adelante la construcción de la refinería.
Sin Vera al frente de la ASEA -me informan-, ya varias organizaciones ambientalistas preparan una cascada de amparos contra la MIA de Dos Bocas, algo similar a los que enfrenta el proyecto del nuevo aeropuerto de Santa Lucía.
En poco más de dos meses han salido de la Semarnat: Andrew Rhodes, de la Comisión de Áreas Naturales Protegidas; Sergio Sánchez, subsecretario de Gestión Ambiental (a quien Claudia Sheinbaum recomendó a Toledo); Katya Puga, subsecretaria de Normatividad; Norma Munguía, directora general del Sector Primario y Recursos Naturales Renovables; y otros directores generales como Gloria Godínez, Erik Jiménez, Sandra Guzmán y Lucía Madrid.
La purga, me dicen, no ha terminado, y Trujillo cada vez se empodera más, y hoy se sabe que desde Morena recibe línea y apoyo a su política de exterminio laboral.
Mientras esto pasa en la Semarnat, para el Presidente se le vendrán otros frentes legales en contra del proyecto de construcción de la Refinería de Dos Bocas. Y vale recordar que Vera recalcó que: “Tabasco es vulnerable a los impactos del cambio climático, los cuales pueden provocar inundaciones, variaciones en la línea costera y aumento de temperatura”. Además, le exigió a Pemex aplicar una serie de medidas para minimizar el riesgo ambiental en la región y sobre los impactos en casi 300 hectáreas de manglar.
De acuerdo a la ley en la materia, destruir un manglar está prohibido y podría haber sido motivo para suspender el proyecto.
Y no olvidar que muy cerca de Dos Bocas se ubican los Pantanos de Centla y la Reserva Ecológica Río Playa, con especies en riesgo de extinción.
Habrá que estar muy pendientes para saber si la política del manotazo y de las purgas se mantendrá contra la potencial lucha de amparos para frenar la obra de la refinería.