No está mal para ser el primer paquete económico que hace completamente el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Al menos la carátula macroeconómica resultó aceptable para los mercados. Aunque no hay duda que la 4T está en los detalles.
Ciertamente es un paquete conservador, como dice el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, pero cuando se revisan algunos detalles, se puede ver que le gusta echarse algunas canitas al aire.
De entrada, la expectativa de crecimiento que contempla el marco macroeconómico suena muy optimista.
Y es que hoy un crecimiento magro, pobre, mediocre de 2% suena como un sueño inalcanzable a la luz de los resultados de los dos primeros trimestres del gobierno de López Obrador. Del 4% al año ya ni hablamos, pero con el Producto Interno Bruto con crecimiento cero durante el primer semestre del año, vale la pena preguntar de dónde saldrá esa expectativa de expansión de entre el 1.5% y el 2.5%.
Está claro que el presidente López Obrador perdió la apuesta con sus adversarios de que este año la economía mexicana crecería a 2%, porque la propia Secretaría de Hacienda acepta que la expansión del PIB será de 0.9%.
Pero aun esta baja en la expectativa oficial parece exagerada. No habrá de pasar mucho tiempo antes de tener los indicadores del comportamiento de la economía de este tercer trimestre para saber si realmente es posible ese importante rebote que cree la Secretaría de Hacienda.
Si no se cumplen las expectativas de crecimiento, tampoco se pueden cumplir los cálculos de recaudación. Y si hay menos dinero tendrían que recortar el gasto o endeudarse.
Lo que sí tiene el paquete económico 2020 es este toque de populismo, donde el gasto social poco ayudará para crecer, pero mucho contribuye a generar clientelas políticas dependientes de las transferencias directas. Serán la garantía de fidelidad electoral que tanto busca la 4T.
No hay nada del paquete económico, pues, que espante a los mercados. Pero sí hay esos detalles que incomodan. Además de esa estimación tan optimista de crecimiento, causa algo de comezón que crea este Gobierno que puede aumentar de manera tan importante la extracción petrolera, sobre todo cuando ha marginado a los particulares de estas actividades.
Hay que saber si ese incremento de más de 200 mil barriles diarios en la producción de petróleo crudo parte de la libreta de los otros datos presidenciales o bien tienen ellos información de nuevos yacimientos que el mercado no tenga en su radar.
Lejos del alcance de este Gobierno, o de cualquiera de un país emergente, está la difícil situación económica y financiera global. Para eso deben estar también preparados.
Así que, además de ser conservadores en su planeación, lo que sigue es que la Secretaría de Hacienda adelante cuál sería su plan de reacción ante cualquier contingencia.
Al menos el paquete del 2020 parece lograr un equilibrio entre el populismo del gasto asistencial y la responsabilidad fiscal. Ojalá que los planteamientos económicos para lo que resta del sexenio sean también equilibrados.