Lo de Mireles fue, en efecto, repelente. Usó, cerquita una de otra, dos expresiones que en un país bien gobernado, no digamos ya bien educado en el sentido más profundo y necesario, le hubieran costado la chamba como subdelegado del ISSSTE en Michoacán: “pirujas” y “nalguita”, dos anacronismos propios de un machín sin matices que necesita mucho más que ofrecer disculpas y comprometerse a “respetar”, como le pidió el presidente López Obrador, para merecer el puesto.
Pero lo de Mireles es, antes que nada, un síntoma, otro. Es cierto: muchas mujeres y seguramente no pocos hombres votaron por esta administración, en gran medida, con la esperanza de que por fin se pusieran en acción políticas firmes y bien pensadas para contrarrestar la aberración generalizada del machismo y sus consecuencias más dañinas. Bueno, pues cuando andamos sobre el noveno mes de 4T, esa ha sido otra expectativa que no está ni cerca de empezarse a cumplir.
Todo lo contrario. Sí, empezamos bien, con el anuncio de un gabinete integrado por una importante cantidad de mujeres. Punto. En cambio, están los machetazos contra las estancias infantiles y los refugios para mujeres amenazadas por la violencia machista. Y hay más. Los feminicidios se multiplican, claro, pero es que hay también múltiples denuncias contra policías que, o no intervienen en casos flagrantes de ataques contra mujeres (el último de los cuales es el del cretino que empujó violentamente a una, porque sus perros empezaron a pelear) o de plano abusan sexualmente de ellas, y no hace falta mencionar de nuevo los varios casos de las últimas semanas.
¿Sorpresa? Por supuesto que no. Si este Gobierno llegó al poder tras 12 años de campaña sin una política definida de Seguridad Nacional, o de salud, o económica, ¿por qué en los llamados asuntos de género tendría que hacer algo más que improvisar, cuando además es una administración tan ostensiblemente conservadora?
Porque es conservadora, como hemos dicho antes en este espacio, y eso explica también su incapacidad y, a veces, su indiferencia ante estos temas. ¿Por qué habría de actuar de otro modo el Presidente que cree que el divorcio es nocivo, que confraterniza con el PES, que cita permanentemente a la Biblia, y que va a distribuir una Cartilla Moral con ayuda de los grupos evangélicos, a los que muere de ganas de darles canales de televisión? ¿Se acuerdan de que por ahí andaba Manuel Espino? ¿Y de su actitud ante el aborto?
Estamos gobernados por machos y conservadores, sí. Izquierda, que le llaman.