MATAMOROS.- Movida por el sueño de casarse en suelo estadounidense, una joven pareja hondureña viajó miles de kilómetros desde su hogar en la ciudad portuaria La Ceiba, escapó de un secuestro en México y llegó a la frontera con Texas para solicitar asilo.
Pero la pareja, Dexy Maldonado y Marvin Madrid, decidió finalmente conformarse con una boda apresurada.
Primero, las autoridades estadounidenses los enviaron a una violenta región de México a esperar durante meses por sus audiencias de asilo. Luego, un fallo del miércoles de la Corte Suprema de Estados Unidos amenazó con desbaratar sus planes y los de miles de otros migrantes centroamericanos que escapan de la violencia y pobreza en casa.
Así que Maldonado, de 20 años, y Madrid, de 28, se casaron el jueves al lado del río Bravo, en una ciudad fronteriza mexicana, bajo el cielo abierto en un campamento lleno de gente en una improvisada ceremonia religiosa, y sin registrar la boda con un gobierno.
“El pastor nos dijo que no era ‘legal, legal’, pero que casarnos sería para servirle a Dios estar juntos”, dijo Maldonado, a quien los agentes de migración de Estados Unidos la habían separado de Madrid después de detener a la pareja en julio con su hija pequeña antes de regresarlos a México.
Los cambios bruscos en la política migratoria de Estados Unidos han llevado a cientos de solicitantes de asilo -en su mayoría centroamericanos- a una vida en el limbo en la ciudad fronteriza de Matamoros, donde abundan las tiendas de campaña.
Los recién casados son parte de unos 42 mil solicitantes de asilo que, desde enero, han sido enviados a ciudades fronterizas mexicanas a esperar audiencias en Estados Unidos como parte de un programa estadounidense conocido como Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, por sus siglas en inglés).
En julio, la administración Trump extendió el MPP a Matamoros, una de las dos ciudades receptoras en Tamaulipas, un estado oriental tan sometido por los carteles de la droga que el Departamento de Estado lo clasifica como una zona de peligro “nivel 4” a la par de Afganistán o Somalia.
Los solicitantes de asilo experimentaron un golpe aún más duro con la decisión de la Corte Suprema del miércoles que permitió a la administración Trump hacer cumplir una decisión que requeriría que cualquiera que pase por un país, incluido México, solicite asilo allí en lugar de Estados Unidos.
“Es un desastre”, dijo Jennifer Harbury, una abogada de inmigración en Texas. “Nadie sabe qué va a pasar con MPP”.
BODA ENTRE CARPAS E INODOROS
El fallo de la Corte Suprema alimentó las ansiedades de los solicitantes de asilo que ya habían sido devueltos a Matamoros y estaban luchando por mantenerse a flote, atrapados entre dos mundos en una ciudad implacable donde los trabajos son escurridizos y las pandillas criminales acechan.
Durante el día, muchas de las dos docenas de repatriados con quienes habló Reuters se preocuparon por dejar la relativa seguridad de una acera cerca del puente para buscar trabajo. Por la noche, algunos permanecen despiertos para evitar que les arrebataran a sus hijos desde el interior de sus tiendas.
Además, estaba la prisa por contraer matrimonio.
Maldonado y Madrid fue la primera de las siete parejas solicitantes de asilo que se casaron en el campamento junto al puente el jueves por la tarde.
El reverendo Isaac Collins, de Charlottesville, Virginia, ofició la breve pero emotiva ceremonia en un estacionamiento entre dos baños portátiles, tres carpas y un árbol enfermizo cuyas ramitas alguien cortó para fungir como ramo de novia.
Otro migrante le hizo a Maldonado un anillo de bodas con papel de aluminio.
Anteriormente, al no tener otras opciones para bañarse, se refrescaron del sofocante calor en las turbias aguas verdes del río Bravo, a pesar de las erupciones que muchos migrantes dijeron que causó. Manchas rojas marcaban la muñeca de Madrid y la axila de su hija de dos años.
La pareja abandonó Honduras después de perder sus empleos cuando las autoridades allanaron la cadena de ropa usada donde trabajaban, alegando que los propietarios usaron el negocio para lavar dinero de las drogas.
Los dos dijeron que partieron con un pequeño grupo dirigido por un autoproclamado “guía”, quien no pidió dinero para llevarlos a través de México.
Sin embargo, a medida que se acercaban a Reynosa, una ciudad a una hora en auto al oeste de Matamoros, un hombre aparentemente conocido por el guía los sacó de un autobús y los llevó a un sitio donde decenas de personas estaban detenidas por la fuerza, dijo la pareja.
Pero escaparon y caminaron por varios días, durmiendo en zanjas, hasta que finalmente cruzaron el Río Bravo y se rindieron ante las autoridades estadounidenses. Reuters no pudo verificar de inmediato los detalles del aparente secuestro.
Un documento del Departamento de Seguridad Nacional revisado por Reuters muestra que Maldonado era “candidata a ser removido” de Texas el 26 de julio y se le dijo que compareciera en la puerta de entrada a Brownsville para una audiencia en la corte el 30 de septiembre.
“Nos dijeron que las reglas habían cambiado tres días antes, por eso nos enviaron de regreso aquí”, dijo Maldonado.
Incluso antes de que el MPP se expandiera a Tamaulipas, el grupo de derechos humanos Human Rights First documentó más de cien casos de violación, secuestro y explotación sexual contra solicitantes de asilo que regresaron a México bajo el programa.
Madrid ahora ha encontrado un trabajo a tiempo parcial en la construcción.
Cauteloso con los delincuentes, Madrid dijo que decidió probar el trabajo por un día, antes de quedarse con él como la mejor opción para su familia, ya que esperan una cita en la corte que los abogados dicen que ahora no vendrá.
fahl