El presidente en funciones del Gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, convocó el martes a una nueva elección el 10 de noviembre, la cuarta en el país en cuatro años, luego de no obtener el apoyo del resto de partidos para ratificarlo en el cargo y permitirle formar el Ejecutivo.
Sánchez hizo el anuncio después de que el rey Felipe VI dijo que no había candidatos viables para liderar un nuevo Gobierno. El monarca, que es el jefe de Estado, había conversado con los líderes políticos para verificar si era factible la formación de un Gobierno en un Congreso profundamente fragmentado.
“No hay mayoría (en el Congreso) que garantice una formación de Gobierno, por lo que el país se va a ver abocado a una nueva repetición electoral”, dijo Sánchez en rueda de prensa, atribuyendo la culpa directamente a la oposición.
España, la cuarta economía más grande de la zona euro, ha estado en un limbo político desde que los socialistas emergieron como el partido más votado en la elección de abril pero sin alcanzar una mayoría parlamentaria.
En julio, el Congreso rechazó dos veces su investidura, por lo que esta semana era su última oportunidad para formar Gobierno.
Las encuestas de opinión muestran que una nueva elección podría prolongar el estancamiento, ya que los socialistas aún no tienen suficiente apoyo para gobernar por sí solos en un Congreso de 350 escaños.
En los últimos meses los distintos líderes han dedicado más tiempo a culparse públicamente unos a otros del estancamiento político que a una negociación real para sacar al país del punto muerto político, y una serie de llamadas e iniciativas de último momento no lograron grandes avances.
Aunque la economía española no ha sufrido mucho, analistas financieros dicen que los retrasos en la implementación de reformas en áreas como el empleo y las pensiones finalmente podrían comenzar a tener efectos.
DAMG