La capa de ozono es el escudo natural de la Tierra que nos resguarda de la radiación ultravioleta emitida por el Sol; aunque durante 32 años se ha reducido el agujero generado en la capa por productos químicos, aún hay mucho por hacer.

El deterioro de la capa de ozono es un problema sin resolver, afirmó Michel Grutter de la Mora, investigador del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien expuso es necesario mantener la vigilancia y continuar con las acciones para su preservación.

En el marco del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono celebrado este 16 de septiembre, el investigador recordó que en 1985 científicos descubrieron que la capa tenía un agujero sobre la Antártida.

 

Dos años después se firmó el Protocolo de Montreal para reducir la producción y consumo de sustancias causantes de ese daño, como los clorofluorocarbonos (CFC), presentes en una amplia gama de aplicaciones industriales, aerosoles y frigoríficos, señaló Grutter de la Mora.

Sin embargo, cuando se trata de abordar las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático, los esfuerzos aún son insuficientes.

En enero, una enmienda al Protocolo de Montreal, la de Kigali, entró en vigor para reducir gradualmente la producción y uso de hidrofluorocarbonos, gases que habían reemplazado a los CFC pero que contribuyen al efecto invernadero y al cambio climático
Los esfuerzos continúan para abordar las emisiones ilegales de productos químicos que destruyen el ozono; un estudio identificó a las provincias del este de China como las principales fuentes de un aumento en una de esas sustancias, el CFC-11.

México coopera

La UNAM contribuye al monitoreo de la capa de ozono y de otros cambios en la atmósfera mediante el Observatorio Atmosférico de Altzomoni, estación de medición instalada en el cerro del mismo nombre, a las faldas del volcán Iztaccíhuatl.

El observatorio pertenece a una red global encargada de identificar cambios en la composición de la atmósfera alta y es la primera estación mexicana en formar parte de la Red para la Detección de Cambios en la Composición Atmosférica.

Sólo existen 20 de este tipo en el mundo, informó el experto de la Universidad Nacional, Michel Grutter de la Mora.

Respecto al calentamiento global, el investigador manifestó que los factores que contribuyen a su aumento son el uso excesivo de plásticos, la generación de basura y el consumo de carne.

 

El extra:

Mario Molina, mexicano descubridor del agujero en la capa de ozono.

El doctor Mario José Molina Henríquez, químico, ingeniero y profesor universitario, nació en Veracruz en 1942 y en 1960 ingresó a la Facultad de Química de la UNAM para estudiar ingeniería química.

En 1974, Molina expuso los resultados de sus investigaciones que advertían la creciente amenaza que el uso de los gases clorofluorocarbonos (CFC) suponía para la capa de ozono; en aquel momento fue criticado y considerado exagerado por un sector de investigadores.

En 1995 Molina recibió junto con el químico Sherwood Rowland el Premio Nobel de Química por ser los pioneros en establecer la relación entre el agujero de ozono y los compuestos de cloro y bromuro en la estratosfera.

Fue la primera vez que se otorgó este premio por un estudio sobre el medio ambiente, y también la primera ocasión que se reconoció a un científico nacido en México.

Ese año, Molina también fue premiado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente por su contribución a la protección de la capa de ozono.

En 2015 se inauguró el Edificio Mario Molina en Ciudad Universitaria de la UNAM; construido como parte de la celebración de los 100 años de la Facultad de Química y orientado a brindar soluciones a problemas relacionados con la protección ambiental, el uso de energía y la prevención del cambio climático.

Datos

Capa de ozono: 32 años de recuperación

¿Qué es la capa de ozono?

Es un cinturón de gas ozono natural (O3), que se sitúa entre 15 y 30 kilómetros sobre la Tierra. Se encarga, entre otras cosas, de absorber gran parte de la radiación ultravioleta del Sol, que es dañina para la vida.

El 16 de septiembre de 1987 se firmó el Protocolo de Montreal, que forma parte del convenio de Viena.

Este acuerdo, hizo que 196 países y la Unión Europea se comprometieran a proteger la capa de ozono mediante la prohibición de sustancias químicas responsables de su agotamiento.

En conmemoración a este acto, la Asamblea General de la ONU proclamó al 16 de septiembre como Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.

La capa de ozono es una franja de gas muy frágil que protege la vida en el planeta, de los efectos nocivos de los rayos solares.
Actualmente está en peligro por el uso que se hizo durante años de determinados productos químicos.

En los años 80 existían numerosos productos de uso común que contenían sustancias muy nocivas para el ozono.

Los más conocidas son los CFC (clorofluorocarbonos) y los HCFC (hidroclorofluorocarbonos).

El término “agujero del ozono” apareció en un artículo científico del British Antarctic Survey en mayo de 1985.

Hablaba sobre la problemática de la destrucción de la capa de ozono.

La imagen de satélite del agujero de ozono se ha convertido en un símbolo mundial de esta amenaza ambiental.

Más de tres décadas de cooperación internacional han logrado recuperar entre  1 y 3% de ozono por cada década desde el año 2000; lo cual protege la salud humana y los ecosistemas.

Estimaciones optimistas esperan que el ozono se recupere por completo en el hemisferio norte para el año 2030.

Mientras que en el hemisferio sur la recuperación completa llegaría en 2050; 10 años después en las regiones polares.

LEG