El equipo repitió el proceso como una prueba con neandertales y chimpancés, cuyas anatomías son conocidas, corroborando que la reconstrucción era precisa en un 85%  

Investigadores en Israel anunciaron la reconstrucción del esqueleto de un homínido prehistórico, de una especie extinta hace miles de año, con el ADN del hueso de una mano de una niña de 13 años que murió hace 70 mil años.

 

Los restos eran de una persona de la especie Homínidos de Denísova, o Denisovanos, parientes antiguos de los neandertales y de los propios humanos modernos. Su existencia fue descubierta recientemente y ha fascinado a los científicos de todo el mundo.

 

La primera evidencia del paso de los denisovanos por la tierra se descubrió en 2008 en una cueva en Siberia. En la actualidad, los vestigios incluyen tres dientes, un dedo meñique y una mandíbula inferior, dijo Liran Carmel, profesor de genética de la Universidad Hebrea.

 

Carmel sostuvo que eso fue suficiente para crear una representación de un esqueleto denisovano completo. “Es la primera vez que brindamos una reconstrucción anatómica detallada que nos muestra cómo eran estos humanos”.

 

Su equipo desarrolló tecnología para descifrar el ADN y actividad genética, con la que se puede diferenciar entre una rana y un renacuajo pese a que tengan un ADN idéntico, dijo Carmel. El científico destacó que con el estudio pueden inferir las diferencias de esa especie con los humanos modernos o los neandertales.

 

Se identificaron 56 rasgos, la mayoría en el cráneo, que diferían. Eso ayudó a producir una representación con una precisión del 85% de un esqueleto de un denisovano, que a primera vista parece de un humano moderno, aunque las diferencias son obvias con una inspección más cercana.

 

Hubo similitudes con los neandertales (la cara larga y la pelvis grande), pero los denisovanos eran únicos por su cráneo muy ancho y su gran arco dental.

 

La reconstrucción esquelética, junto con una representación artística de la cabeza y la cara de la niña de 13 años, se publicaron en la revista Cell.

 

El equipo repitió el proceso como una prueba con neandertales y chimpancés, cuyas anatomías son conocidas, corroborando que la reconstrucción era precisa en un 85%.

 

 

 

jhs