Qué extraño puede llegar a ser el futbol.

Si unos meses atrás alguien se hubiese aventurado a decir que Oribe Peralta estaría con el Guadalajara para este torneo, nadie le habría creído. Mucho menos incluso si ese alguien hubiese añadido que el delantero estaría en el acérrimo rival como suplente.

La llegada del héroe de Wembley y dos veces mundialista tricolor, tuvo como principal crítica su pasado americanista. La edad no parecía un factor adverso para quien a cada aparición con el América jugaba con personalidad y hacía jugar a los demás. Sus registros goleadores evidentemente iban a menos, pero sorprendía su capacidad para aprender y crecer, contribuyendo siempre a hacer mejor a su colectivo. Elementos que no ha sido capaz de plasmar en el Rebaño cuando ya se ha disputado la primera mitad del torneo.

Bien se sabe, los delanteros son de rachas y en cualquier momento el atacante lagunero puede recuperar la puntería. Sin embargo, hoy le toca el peor de los escenarios posibles.

Se fue del América precisamente porque no quería diluir sus últimas campañas como reserva; eso implicó un inevitable rompimiento con la afición de la que era ídolo, por mucho que Miguel Herrera pretendiera refutar el grado de veneración que le profesaba la feligresía águila. Así llegó a Chivas para toparse, al cabo de pocos juegos, con la misma realidad.

¿Es que el Oribe que quince meses atrás era mundialista, tan de súbito caducó? ¿Es que la vejez en el deporte emerge de una manera tan intempestiva? ¿Es que quien hace poco lucía tan válido y necesario de pronto deja de serlo? No puede ser tan simple, aunque en la crisis de Peralta también influye como factor un equipo que juega a otra velocidad y que, para colmo, está en crisis.

Eso obliga a una dinámica diferente en la que el delantero no ha logrado incursionar.

Certero con las palabras como pocas veces desde que dirige a Chivas, Tomas Boy explicó el martes “Por eso fue muy grande como jugador. Estoy seguro de que le debe repatear en el alma estar en la banca. No sería Oribe, no sería el gran jugador que ha sido si estuviera tranquilo”. Intranquilidad que no sólo pasa por su suplencia actual, sino por lo que sacrificó para estar donde hoy está y donde en principio iba a jugar.

El futbol es extraño, pero todavía más ingrato: todo su legado americanista, cultivado con talento, pasión, sacrificio, se mancilló en esa salida a Chivas que, hasta ahora, nada le ha dado.

Twitter/albertolati

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